Día del Cho Perico

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Hacer pueblo es incitar a reunirnos, a salir a la calle, a reír juntos, a compartir nuestras vidas. Los Amigos de la Sardina han rescatado la ilusión, a veces perdida, de volver a recorrer calles y plazas para jugar a celebrar la fiesta, para hacer posible la transgresión del Carnaval. Días para la crítica, la ironía, la risa sin miedos.

Hace años, en el Carnaval de Los Silos se oía una frase: ¿me conoces, mascarita? Por las calles, en la plaza, en el cine Bencomo o en las sociedades del pueblo, la voz chillona del disfrazado o de la tapada llamaba la atención entre la música y las risas. La gente se reunía en torno a la mascarada en un verdadero rito.

Eran otros tiempos, otras gentes, otras músicas. Aunque trató de prohibirse la fiesta, nadie logró que la mascarita dejase de salir en febrero. La fiesta y las ganas de romper la monotonía están dentro de las gentes.

Han pasado los años y parecía que ya se había olvidado. El pueblo duerme. Salieron a la calle la sardina y el Cho Perico. Por unas horas, la sensación de vida revierte en las calles y paredes de las casas vacías.

En los adoquines soñolientos volvieron a resonar las pisadas y las carreras.

Martes de Carnaval que vuelve a ser un martes mágico. La simplicidad del acto lo hace hermoso. Volvemos todos a sonreír viendo a los pequeños y adolescentes correr por las calles, huyendo de chopericos terribles que, armados de lanza de caña y ortigas, persiguen a todos los asistentes. Risas y gritos se mezclan con bromas. La imagen del ancestral ser unida a lo agrícola que tanto define nuestro pueblo hace que todo tenga sentido y que la fiesta sea otra vez verdadera. Fiesta del pueblo. Hecha por el pueblo. La fiesta no se compra. Se hace.

Solo necesitamos la imaginación para divertirnos. Volver a lo primigenio

Solo necesitamos la imaginación para divertirnos. Volver a lo primigenio. Unas plumas de gallina, traje de trabajo, hierbas que crecen salvajes. Vestido del peón de platanera. Manchas de plátanos, badanas, lonas…

¡Qué hermoso es asistir a un acto que sale del pueblo! Nos identifica y nos hace diferentes. Nos divierte y echamos fuera el estrés de nuestro tiempo con la sabiduría de la fiesta del pasado.

Parecía que había desaparecido. Pero no. Hoy estoy aquí otra vez, siguiendo nuestra tradición, nuestras costumbres, nuestra manera de divertirnos. Vuelvo a salir y escucho las voces infantiles gritando: ¡Qué viene el Cho Perico!

Gracias.