La narradora francesa se centra en la unidad familiar para construir muchos de sus relatos. Asegura que actualmente están fragmentadas y que los cuentos son un elemento para volverlas a unir, de ahí que varios de los espectáculos se centren en las relaciones familiares. Rebusca entre las historias personales aunque la gente diga que «no tiene nada que contar». Viene a Los Silos donde ha narrado por segunda vez en castellano. 

– He leído que siempre ha estado empapada de la narración. ¿Dónde comenzó a mojarse?

Hace muchos años, cuando era profesora. Hace 20 años, tuve como madre de un alumno una contadora francesa muy famosa y vino a contar a mi clase, a los alumnos. Le pregunté cómo podía hacer para aprender este oficio. Me dijo que podía a la casa del cuento, al lado de París, para aprender y formarme. Lo hice durante nueve ó diez años. En este mismo período también era profesora, pero la mitad de tiempo. La otra mitad trabajaba contando historias en las escuelas y también veía muchos espectáculos de contadores. Hace ahora 10 años que contar historias es mi oficio permanente. 

– Tiene una afinidad especial con los adolescentes. ¿Es un público exigente?

Sí. Es una edad que me toca mucho el corazón. Mi última creación es a propósito de los adolescentes. Mi último espectáculo se estrenará en el festival d’Avignón. Es un espectáculo que habla del pequeño que está en el adolescente y también sobre el adolescente que piensa que es el más importante. Tengo este espectáculo para los adolescentes y también cuentos porque también he dirigido muchos campamentos de verano y los adolescentes durante el día parecen muy fuertes… pero por la noche, tenían unos 15 años, me decían: «Clara me cuentas una historia para dormirme». 

– Muchos de sus relatos están centrados en las historias de vida. ¿La sociedad debería prestar más atención a estos relatos en lugar de las historias oficiales?

He hecho muchos talleres de cuentos con personas en algunos barrios y muchos con madres también. La gente siempre dice que no tiene nada que contar, pero cada uno de nosotros tenemos historias fantásticas. Mi trabajo con estas personas es permitirles tomar la palabra para contar su historia de una manera universal. Para conseguir esto, a veces, es muy bueno mezclar con otro tipo de palabras. Mi búsqueda, desde hace cinco años, es hacer espectáculos sobre historias de vida pero mezclar dentro cuentos tradicionales, canciones, poemas… son como ventanas que se abren y que según quien haya en el público pueden entrar por una ventana o la otra. 

– Habla de reconectar los lazos familiares a través de la narración. ¿Crees que las familias actuales están rotas? 

Esta cuestión empezó cuando trabajé con madres en una región de Francia para quienes era muy difícil la educación de los niños. Esto será un espectáculo de 2024, un espectáculo que va hablar de qué es ser madre y cómo lo es para muchas mujeres. Cuando son madres dicen que han perdido todo lo que es ser una mujer. Que viven solamente para sus hijos. Pero ellas nunca se preguntan qué desean ser realmente. Sobre todo madres solteras. Esta condición me interesa mucho. Porque en Europa la familia es algo muy pequeño comúnmente. Está entre los muros, no es como en África que en un pueblo dicen que todos son responsables de los niños.

– ¿Por qué cree que las palabras sirven para recolectar a las famlias?

Desde hace 10 años hago un viaje con familias y educadores. El cuento hace de hilo cada día para reunir a la familia. Es decir, hago talleres para los niños, para los padres y por la noche los padres le cuentan a los hijos, los hijos a los padres… Por ejemplo, un día propuse a los padres inventar una historia sobre el nombre de su hijo, por qué lo habían llamado así. Dentro incluimos cosas reales, pero también imaginarias. Por la noche, cada padre contó esta historia a sus hijos y los adolescentes se emocionaron muchísimo. 

– Tiene un espectáculo en el festival que se llama ‘Me lo decía mi abuelito’. ¿Qué papel cree que juegan los abuelos en la tradición oral?

En España sé que los abuelos son mucho más importantes que en Francia. En España no hay tantas residencias como en Francia. Este espectáculo es sobre cómo a veces los niños son separados de los abuelos por cuestiones diferentes. Es sobre cómo hacemos para continuar la relación y para soportar la separación, cómo guardar el hilo entre las dos generaciones. He tomado una novela de Chéjov sobre un niño que escribe cada semana a su abuelo y escribiéndole recuerda las historias que él le contaba.

En España, los abuelos son más importantes que en Francia

– ¿Es muy importante para usted la experiencia previa para luego construir relatos?

Para mí sí. Esto me vale para los espectáculos donde la mayoría es historia de vida pero hay otros momentos que cuento cuentos tradicionales. En la mayoría de ocasiones me apoyo sobre las cosas reales para construir mis espectáculos. 

– ¿Qué tal la experiencia en el Festival Internacional del Cuento de Los Silos? 

Es la primera vez que cuento en español. Me encanta contar en este idioma que no es el mío. Cometo muchos errores, lo sé, pero es mi idioma de corazón. Me doy cuenta de que no cuento de la misma manera que en francés. El ritmo no es el mismo, la relación con el público no es la misma y para mí estar aquí es como un regalo de la vida. Los Silos es muy bonito y este festival tiene algo de íntimo. Parece que hay mucha gente pero queda algo de intimidad. Nadie parece sentirse superior a los otros y eso es muy agradable.