Entre los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobados por Naciones Unidas en 2015 para terminar con la pobreza, proteger el planeta y garantizar paz y prosperidad, está la mejora de la calidad del agua para el año 2030 reduciendo la contaminación, eliminando el vertimiento y minimizando la emisión de productos químicos y materiales peligrosos, reduciendo a la mitad el porcentaje de aguas residuales sin tratar.

Desde el año 2017, la Plataforma Los Silos-Isla Baja intenta motivar al Consejo Insular de Aguas de Tenerife (CIATF) que valore la posibilidad de implantar sistemas de depuración natural de aguas (SDN), sin emisarios al mar, más baratos y acordes con los objetivos de UE para 2050, cuya hoja de ruta indica que, para ese año, nuestro continente debe reducir sus emisiones un 80 % por debajo los niveles de 1990 a través de reducciones domésticas.

No se entiende que haya defensores de la construcción de EDARs dependientes de combustibles fósiles escasos y contaminantes en zonas rurales en las que otras alternativas son posibles. Es diferente, por supuesto, si nos referimos a una ciudad, donde son necesarios los sistemas industriales. Desde 2017 llegamos siempre al mismo punto de desencuentro. El CIATF cree que estas otras alternativas más respetuosas con la naturaleza no son viables en la Isla Baja por el gran número de habitantes. Resumiendo mucho, este es el mismo escenario desde 2017 y estructuralmente los cimientos de ambas posturas siguen inamovibles.

Sin embargo, la dimensión social de este grupo de vecinos se ha reforzado y el conocimiento de los tinerfeños del grave problema al que nos enfrentamos es mayor. Quizá esta Plataforma haya ido abandonando la imagen que tenía para muchas personas, la de un grupo de ecologistas profesionales, un colectivo de chiflados, un pseudopartido político o un personaje de Tarantino, al modo de Harvey Kaitel en Pulp Fiction, cuya profesión es «solucionador de problemas». Esta Plataforma no es nada de eso, siempre fue un grupo de vecinos preocupados por la salud de nuestra comarca, nada más. En este sentido, todos los islabajeros somos Plataforma.

Son muchos los profesionales defensores de otra propuesta más ecológica a la depuración del agua, como Abel Herrera, Julio Muñiz, Luis Peraza, Laura Montilla o Fátima Campos, por ejemplo. Si indagamos en la red, encontraremos infinidad de científicos que hablan de sus experiencias con los SDN, como José Salas, Joan García, Luisa Vera, Cristina Ávila, Víctor Matamoros, Santos Martín, Tomás Delgado, Jesús Fernández, Vicente Torres, Elena Collado, Dolores Valera, Francisca García, Francisco Torrella, Irene de Bustamante, etc. Bustamante (Instituto de investigación IMDEA) cuenta que «en España el poco éxito que tienen estas plantas está motivado por la mala gestión: el diseño se ha realizado con estándares poco acertados y su explotación ha sido inadecuada o nula; si a esto le añadimos la poca aceptación que tienen entre la administración hidráulica española, puede entenderse su escasa implantación» ( Iagua, 23.6.17).

El SDN se adapta a cada lugar. Hay que estudiar la naturaleza del terreno, clima, composición del agua, número de habitantes equivalentes, etc. En el nº 473 de Investigación y ciencia (febrero, 2016), la científica Cristina Ávila (Univ. P. Barcelona) dice que «es cierto que, en los grandes núcleos urbanos, las elevadas exigencias de depuración, el escaso espacio y el vasto caudal hacen insustituibles los sistemas al uso. En los pueblos resulta imprescindible un cambio de modelo y desarrollar técnicas adaptables a cada región; con costes de implantación menores, un mantenimiento simple y un enfoque descentralizado, con un tratamiento del agua en el lugar de origen».

Martín Santos (Univ. Salamanca) en Alcántara, nº55, 2002, dice que «la obligación de depurar las aguas se recoge en la Directiva europea, que exige la instalación de sistemas depurativos, antes del 31.12.05, en todas las poblaciones con más de 2.000 habitantes equivalentes. Los vertidos de los pueblos representan riesgos más elevados de contaminar suelos y acuíferos que las ciudades por sus escasos medios para el mantenimiento de sus EDARs. Con frecuencia, su construcción se garantiza con fondos públicos. Pero las financieras solo se responsabilizan del mantenimiento hasta que termina el periodo de puesta en funcionamiento. Posteriormente todos los costes deben ser sufragados por los municipios. Si el sistema es tecnológico, los pequeños municipios pasan dificultades para pagar la electricidad. Esto indica que el procedimiento más conveniente para las poblaciones con menos de 5.000 habitantes equivalentes debe revisarse. Lo orgánico de las aguas residuales se usa como nutrientes y su eliminación es barata; sin embargo, los productos químicos son caros. Así, los procesos depurativos químicos solo son recomendables para grandes plantas de tratamiento y personal especializado».

Tomás Delgado, un joven emprendedor extremeño que soñaba con el proyecto de regenerar el agua residual con plantas, con tenacidad y el apoyo del Gabinete de Iniciativa Joven (GIJ), hizo realidad su sueño en 2005. Este sueño es Aquaphytex, una empresa extremeña que acoge las instalaciones para la explotación de macrofitas, así como el I+D necesario para implementar nuevos proyectos sobre la producción de estas plantas. Una iniciativa galardonada con el Premio de Honor de los Eurowards 2005 en negociaciones con grandes corporaciones del sector para contratas nacionales e internacionales.

Las macrofitas son plantas acuáticas (Delta del Ebro o Doñana) y su propiedad fundamental reside en que, mediante su sistema de geomembranas (como cañerías huecas), inyectan naturalmente oxígeno que el agua y fangos necesitan, y segregan ácidos que matan a las bacterias patógenas. Así, se eliminan los residuos orgánicos, mientras que los materiales pesados son absorbidos directamente por la planta. No produce olores ni fangos, y mantiene su capacidad de regeneración prácticamente igual durante todo el año.

Para poblaciones de 7.000 habitantes, bastaría con una superficie cultivada de unos dos campos de fútbol y establecer una entrada de agua de 16 l/seg; es decir, unos 1400 metros cúbicos/día. Humedales artificiales convertidos en el hábitat natural para la fauna autóctona. La idea es que también se pueden diseñar para su uso público como parque de recreo y aulas naturales. Su coste de instalación es hasta diez veces menor que el de una depuradora tradicional. Es necesario, a veces, un sistema de rebombeo por medio de paneles solares o un simple molino de viento, que aseguren la autonomía del conjunto.

Para su mantenimiento, basta con un peón que haga controles fitosanitarios y jardinería. Su gran reto ahora es exportar este sistema a lugares con más necesidad de agua potable. Delgado agradece a Jesús Fernández (Univ.P. Madrid) que patentó este sistema y Vicente Torres, jefe del proyecto de Macrofitas S.L. «Fueron unos comienzos muy difíciles debido a que se basaban en una metodología empírica de ensayo-error, escasamente científica todavía, en que realizaba las pruebas en la carpintería de mi padre. Una vez, me cargué 10.000 plantas en una noche por equivocarme con el abono. El GIJ me asesoró con aspectos como el plan de empresa y modelo de negocio y me dieron la credibilidad para contactar con inversores y medios de comunicación: he salido hasta en la CNN», apunta Delgado (Infonomía, 21.1.07).

Pauline Daniau, ingeniera ambiental y de procesos, habla del sistema francés para tratar aguas residuales, sin necesidad de tratamiento primario, para simplificar su mantenimiento y abaratar. Las aguas desbastadas llegan a un pozo de bombeo y se envían a los humedales de forma discontinua, para favorecer la aireación.

Daniau dice que «es un sistema totalmente consolidado, en funcionamiento desde 1998. En Francia hay más de 4.000 instalaciones de este tipo. Para el sistema clásico necesitamos dos metros cuadrados de superficie de humedal por cada habitantes equivalentes. La superficie total necesaria, incluyendo la urbanización, ronda los cuatro metros cuadrados por habitantes equivantes. Hemos desarrollado un sistema de una sola etapa con una recirculación del 100 % del efluente, que permite reducir un 40% la superficie. El mayor sistema instalado (Nègrepelisse) está previsto para 6.000 h.e. El límite no es técnico, viene condicionado por el espacio. Para más población, se podrían instalar humedales sin problemas técnicos, pero el precio de la instalación ya no sería competitivo frente a una depuradora clásica. Prueba de ello es la depuradora de Segonzac, que trata 1.600 h.e. Cuesta mucho entender que en España se hable aún de plantas de humedales artificiales a escala piloto, cuando en Europa llevan décadas funcionando. Una razón es el desconocimiento de los SDN, junto con la inercia de la cultura del hormigón. Pero la razón más importante es la voluntad política, es necesario de una vez apoyar y apostar por estos sistemas extensivos y sostenibles» (Iagua, nº 138 y 140, 30.07.18 y 06.08.18).

Otra referencia para Canarias por su cercanía es Maio (Cabo Verde, 1500-2000 h.e. y 269 km²). Su SDN surge por el interés de tratar adecuadamente las aguas residuales con bajo coste energético. La ejecución se realiza por fases, previéndose que con el aumento de la población, se construyan dos humedales más (520 m2 superficie del humedal construido en 1ª fase) (Informe divulgativo sobre experiencias y resultados en la aplicación SDN. Dpto. de Agua ITC, 2017).

En España hay muchos ejemplos de SDN. La Asociación RIA (Cantabria) ha desarrollado un proyecto de I+D+i en las instalaciones de la fitodepuradora de Valdeprado y, ante los buenos resultados en sus catorce meses de vida, Medio Ambiente lo llevará a otras localidades cántabras. Limpiar el agua mediante plantas. Dejar que las bacterias que crecen en ellas acaben con la contaminación del agua. Hacerlo con menos dinero y menos energía. Se trata de buscar soluciones para municipios de menos de 2.000 habitantes. donde el coste de construcción y mantenimiento de una depuradora convencional es altísimo.

En Valdeprado (70 hab.) esta depuradora costó 50.000 euros, frente a los 150.000 de una convencional, y su coste de mantenimiento es de unos 262 euros/año frente a los 2.730 de las otras. Su consumo energético es 0, no utiliza químicos, apenas produce residuos, sirve como sumidero de CO2 y se integra en el paisaje. Eva Díaz (Medio Ambiente del Gobierno cántabro) ha reconocido que «el proyecto superó las expectativas inicialmente puestas en él». Se ha utilizado la Carex paniculata. Diego Cicero, presidente de RIA, dice que estos primeros meses demostraron un rendimiento por encima de los mínimos exigidos para poblaciones de 250 habitantes y alcanzando parámetros de poblaciones de 2.000. Y la situación tiene visos de mejorar porque la planta aún no está completamente desarrollada.

Cicero resalta que cualquier técnico municipal puede encargarse del mantenimiento. Además, el sistema es exportable a municipios de más de 2.000 hab., sólo hay que dimensionarlo y el único aspecto en el que le costaría competir con las tradicionales es el de la superficie que necesita: 1 m2/ hab. Una planta autóctona cántabra evita el riesgo de una especie invasora y además la carex, propia de toda Euroasia, es fácilmente exportable (El Diario montañés, 11.11.17)

Otro ejemplo es Fabara. Su depuradora parece un huerto más, nadie diría que una simple caseta, tres pequeños pozos y 18 pequeños canales apenas visibles por un tapiz verde que los cubre son planteros de anea que permiten a Fabara depurar sus aguas a un coste bajísimo y con un mínimo impacto ambiental. Los beneficios que otorga tanto a la naturaleza como a las arcas municipales son numerosos.

Surgió en 2003, en pleno debate sobre el plan especial de depuración del Gobierno de Aragón con una inversión de más de mil millones para depuradoras con un régimen concesional de más de 20 años. A cambio, los ciudadanos deben pagar el saneamiento. En la actualidad, muchos pueblos pagan pero no tienen sus depuradoras. En muchos otros casos, la inversión ha sido tan elevada que la hipoteca es alta. ¿Les suena de algo esto a los islabajeros?«Vimos que ese plan era una barbaridad. Sufrimos muchas presiones, pero lo rechazamos porque vulneraba la autonomía municipal y los intereses de los vecinos», señala el alcalde, F. Doménech. Buscaron alternativas en la Univ. P. Madrid ( Prof. Jesús Fdez.) y dieron con la solución: un SDN que depura con las mismas prestaciones que una convencional y diez veces más barata.

El mecanismo, sencillo, una red de pequeños canales y una plantación de anea, una especie capaz de convertir el amoniaco en nitrato gracias a la acción de la naturaleza y el oxígeno de la planta. «Los planes de la DGA sobredimensionaban la población de Fabara de los 1.200 vecinos actuales hasta los 4.000. Ahora no pagamos saneamiento y los cien mil euros anuales que deberíamos pagar los aprovechamos y los reinvertimos en el pueblo. Así pueden trabajar los gremios de aquí y acometer obras que de otra no podríamos». El coste del mantenimiento anual no supera los 13.000 euros, frente a los 180.000 de una depuradora convencional.

Desde que surgió la idea hasta el funcionamiento efectivo de la planta pasaron tres años, y desde el 2006 depura con niveles de idoneidad superiores a los de otras plantas de Aragón. «Hemos demostrado que a veces se desarrollan planes inviables que hipotecan a generaciones y que con interés e imaginación se consiguen grandes resultados que no solo vienen condicionados por el dinero o lo que se redacta en un despacho de Zaragoza. Esto es la política real», indica Doménech señalando su depuradora. Esta depuradora, que no cuenta con el beneplácito del Gobierno de Aragón, llamó la atención del Ayto. de Nueva York y una delegación la visitó. Cada año, el Ayto. de Fabara beca a escolares para que sieguen la anea y conozcan el trabajo de sus padres y que les permitió estudiar. Las becas se sufragan con la venta de la anea segada. (El periódico de Aragón, 17.8.14)

Hay muchísimos ejemplos más de SDN repartidos por todo el planeta. Quizá ninguno de ellos sea el sistema perfecto para nuestra comarca pero el que nos conviene es muy parecido, solo hay que adaptarlo. Son ejemplos de que en otros países desarrollados tecnológicamente hay políticos valientes, dispuestos a cambiar el mundo en el que vivimos en beneficio de todos. En la Isla Baja vivimos unos 15.000 habitantes, pero no en un único núcleo urbano. Pocos barrios superan los 1.000 habitantes. Somos una comarca de tres núcleos de 5.000 habitantes, seis de 2.500, doce de 1250 y mil combinaciones más. Nadie duda del riesgo que supone (visto lo visto, no más que una depuradora convencional) y aun así merece la pena correrlo. Repitiendo a Daniau, «Francia supera los 4.000 municipios que han optado por un tipo de depuración natural que mira con respeto el futuro del planeta y es cuestión sobre todo de voluntad política». El CIATF no puede seguir mirando hacia otro lado.