La riqueza de la comarca no reside únicamente en sus espectaculares valores naturales y paisajísticos, elementos sin duda que hacen de Daute un enclave único en Canarias.
En los últimos años hemos asistido a la apuesta decidida de Garachico por potenciar su patrimonio histórico y etnográfico. También Buenavista ha dado pasos importantes en este sentido. Es evidente que no ocurre lo mismo con El Tanque y Los Silos.
No creo que la responsabilidad deba atribuirse en su totalidad a los ayuntamientos. La administración local, por lo general, no apuesta a priori por estos asuntos si no hay financiación supramunicipal o si no detecta una rentabilidad rápida y directa. Es así. Es lógico pensar que hay cuestiones más importantes que atender, como gestionar eficazmente los servicios básicos.
Pedro Báez nos dejaba este domingo en DAUTE DIGITAL muchos titulares y, permítanmelo, verdades como puños. Enfocado en Los Silos, este especialista en nuevas tecnologías y apasionado de la historia admitía que en su municipio, salvo loables excepciones particulares, no hay un interés por conocer su pasado y sus valores patrimoniales. Aseguraba que sus vecinos siguen hoy día sin concederle la importancia que merecen a dos de los hitos comunicativos más importantes de la historia de Canarias: la Gaceta de Daute y el tendido del cable telegráfico en Agua Dulce. Lamentaba también el escaso valor que se le da a los silos para almacenar el grano, al horno de la cal, a las ruinas de la hacienda de Daute y joyas orales como la predicción de las cabañuelas.
Tiene razón. Los Silos y El Tanque son localidades eminentemente agrícolas y envejecidas, cuya principal preocupación es salir adelante día a día, mirando al futuro más inmediato. Lo que quizás no entendemos es que echar la vista atrás para conocer nuestras raíces puede ser también una fuente de riqueza que permita un futuro más próspero para nuestros municipios. Aunque sean pocos, hay vecinos que tienen muy claro esta premisa pero que han desistido ante la pasividad de unos y otros. Si encontrasen mayor receptividad, otro gallo nos cantaría. ¿A qué estamos esperando?
