Hace algo más de diez años que Juan Carlos Martín Robles comenzó a cosechar miel. Este silense, concretamente del barrio de Las Canteras, empezó compatibilizándolo con otros trabajos, pero fue hace un lustro aproximadamente cuando se dedicó en cuerpo y alma a la apicultura.

Una actividad a la que él considera que «no se valora. Ni a la apicultura como actividad dentro de las ganaderías (que lo es), ni el trabajo de polinización, ni la miel como un producto único», asegura Martín Robles. El apicultor no recibe ninguna ayuda por parte de las administraciones públicas. Se beneficia de las subvenciones colectivas canalizadas a través de «la asociación para acceder al tratamiento y alimento para las abejas», confirma. Así, el desarrollo de esta actividad lo ha realizado «con recursos propios y reinvirtiendo», añade.

Su esfuerzo le han valido dos reconocimientos: la Celdilla de Plata por su miel de castaño en 2019 y «el mayor reconocimiento con la Gran Celdilla de Oro con Denominación de Origen Protegida (DOP) este 2020 a la mejor miel de Canarias con la monofloral de castaño«, declara a este periódico. Se trata de un concurso convocado el área de Agricultura, Ganadería y Pesca del Cabildo Insular de Tenerife.

Tiene colmenas en Los Silos, pero también tiene repartidas por el norte de Tenerife. Además, hace trashumancia al Teide para cosechar mieles de cumbre (retama y tajinaste). Para cosechar una buena miel, según Martín Robles, el lugar debe disponer de «una flora muy variada para que las abejas puedan acceder a un polen rico desde el punto de vista nutricional y, por supuesto, estar libre de tóxicos y agroquímicos. Un entorno limpio y natural», explica.

Al silense le gustaría aclarar que «la miel la elaboran las abejas transformando el néctar de las flores en miel y luego depositan en los panales de cera. El apicultor se encarga de mantener a las abejas en perfectas condiciones y controlar su trabajo«, desarrolla el apicultor. A todo esto añade que no existen procesos intermedios de calentamiento, ni manipulado del producto. «Por eso, las mieles producidas a nivel local son de tanta calidad», afirma.

En este sentido, a Juan Carlos Martín Robles le preocupa mucho «el fraude que sufre el consumidor a la hora de comprar la miel local. Estamos ante una inundación de miel foránea en el mercado que se hace pasar por ‘miel del país», argumenta.

«Mucha miel foránea se hace pasar por ‘miel del país»

El apicultor silense no presume de miel al ser preguntado qué tiene su miel que no tengan las demás: «no creo que las mieles que cosecho se diferencien del resto de compañeros. Detrás de cada miel hay mucho esfuerzo para conseguir un producto de máxima calidad. Unas veces ese esfuerzo se ve recompensado con un reconocimiento y otras no», asimila. Además, asegura que en la isla se cosechan mieles de muchísima calidad. «Tenemos floraciones singulares con más de un 50 % de endemismos», explica a DAUTE DIGITAL.

El mimo al producto es fundamental para él. «Se deben mantener las buenas prácticas en el manejo de las abejas y una vez la miel está extraída, hay que conservar las condiciones de humedad y temperatura adecuadas para que el producto mantenga todas sus características intactas hasta que sea consumido», afirma de cara a mantener la calidad de la miel.

Martín Robles tiene claro que las diferentes crisis han provocado que muchos hayan valorado la vuelta al sector primario como salida profesional. No está seguro de que hablar de que la apicultura está en auge sea lo más adecuado, pero sí ha habido «mucha incorporación a la actividad. Lo que falta en general es formación para no fracasar», concluye.

Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Más de una década al servicio de la comunicación

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