Una vez constituidas las nuevas corporaciones, creo que ahora es el momento de hablar. El ruido, el sin sentido, el anonimato y las peripecias políticas ya valen mucho menos que hace unas semanas. Con la mar en calma y sin la prisa que aturde a las mentes, más o menos inteligentes, se habla mejor, se reflexiona mejor y si quieren me leen mejor. 

No llevo a mis espaldas demasiadas campañas electorales. No tengo más experiencia que la de diez años de trayectoria en la comunicación. Pero hay períodos en los que se nota que se absorbe más aprendizaje por los acontecimientos acaecidos. Siempre intento ver los toros desde la barrera, ser lo más objetiva posible con la imposibilidad que acarrea ese mito. Porque les cuento un secreto: la objetividad no es más que eso, un simple y llano mito. 

Y de tendenciosas intenciones ha ido esta campaña a nivel comunicativo. Ustedes dirán, «pues claro». Pero no. Se han vuelto a ver comportamientos impropios, acciones que nos retrotraen a la vieja política, rumores que centrifugan promesas que no se cumplirán y talantes que deberían estar enterrados en lo más profundo. 

He tenido que morderme la lengua en multitud de ocasiones. Porque considero que interferir en procesos electorales o en negociaciones no es el papel de nadie. Ni siquiera el de los medios de comunicación que deben ser meros transmisores de los mensajes, siempre con el contraste de la información por bandera y con la amplitud de miras hacia todos los lados. Siempre desde el respeto.

«Considero que interferir en procesos electorales o en negociaciones no es el papel de nadie»

Además, el anonimato ha sido una barra libre para algunos. Otros han echado mano de la máquina del tiempo para recordar los errores de sus rivales. Los mismos han corrido un sprint largo yendo casa a casa viendo qué hacía falta o incluso han sido capaces de pulsar el ánimo del personal laboral local. 

Creo que han sido unos comicios con mucho voto de castigo más que de propia elección. Aunque una opción pudiera ser la mejor para el progreso, desarrollo y mantenimiento de la localidad no se le vota simplemente por matices tan insignificantes para mí como son la existencia o no de un banco en frente de un bar. Pero todo hay que decirlo: son matices muy impopulares. Matices que te lastran, que te señalan y reconozco que tienen fácil solución. La voluntad política ha sido no ponérsela. 

Y como todo hay que decirlo, también digo que para mí un banco, una escalera, el traslado de una instalación deportiva o el cambio de uso de un lugar no significa absolutamente nada en mi calidad de vida. No voy a pagar más o menos impuestos por ello. No voy a considerarlo imprescindible para el progreso del municipio. No voy a desarrollarme mejor como profesional o persona.

«Para mí, una escalera o un banco no significa absolutamente nada en mi calidad de vida»

Todo esto, sin embargo, sí que parecen cuestiones importantes para un sector de la ciudadanía. Totalmente respetable. Al igual que es totalmente respetable que se decida no votar a alguien por estos motivos. Pero como todo hay que decirlo, me parece un argumento pobre, nimio de base política y que no está dirigido en ningún momento al mejor progreso y desarrollo del municipio. Pueden interpretar esta última frase como quieran. Hay barra libre, ya que estamos en democracia. 

Para mí, por ejemplo, es fundamental que los consistorios brinden buenos servicios de limpieza, atención a menores y a mayores, que se tribute menos por emplear energías limpias, que haya una gestión turística eficiente, un desarrollo comercial que pueda competir con el resto de Tenerife y que así el beneficio se quede en el propio municipio, que se haga todo lo posible por fijar población joven, que se luche de todas las maneras por regular la vivienda vacacional, políticas activas de empleo que diversifiquen la economía, que se brinde una oferta cultural que abarque todo tipo de opciones que esté en sintonía con el sector comercial, garantizar a la juventud servicios de ocio y entretenimiento sano, optar por el mantenimiento del patrimonio, ser un gobierno transparente y que escuche todas las opciones, fomentar la existencia de asociaciones y colectivos, impulsar todo tipo de prácticas deportivas, educar en valores de integración y respeto por la diversidad, tener un plan y una idea clara del municipio que se quiere, un modelo, una idea a plasmar en el que el progreso y los valores de buena convivencia sean prioritarias. 

«Tener un plan y una idea clara del municipio que se quiere»

Ojo, porque con esta enumeración no estoy dirigiéndome a ningún candidato o candidata de la comarca. Ni estoy enalteciendo la figura de nadie. No nos equivoquemos y seamos sinceros con nosotros mismos: nadie, en los últimos cuatro años, ha cumplido con mis expectativas al cien por cien. Y tampoco quiero decir que mis expectativas sean las únicas e idóneas. Pero creo que hay que ser consecuente con lo que se vota, mirar todas las posibilidades de lo que pueda suponer emitir un voto o no. Optar a veces por el voto útil, por el voto que impedirá ciertas opciones o ciertos retrocesos. En tu municipio y en otras circunscripciones. 

Yo lo que quiero es que se piense, que se reflexione y que se tomen decisiones en base a eso. No quiero perfiles falsos, no quiero lavadoras, no quiero puestos de trabajo en el Ayuntamiento y no quiero mentiras. 

Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Más de una década al servicio de la comunicación