Contrabajista, bajista, compositora y arreglista argentina especializada en tango y folclore argentinos. Es la presentación más literal de Lila Horovitz. Pero si habláramos con el código de las metáforas, a Horovitz se le podría presentar como ‘la guardiana del tango’. Asegura que se le podría llamar así «si eso significa no dejar que se apague ni que se congele en lo que fue». En esta entrevista no se le pregunta si su referente musical es Astor Piazzolla aunque reconoce que «fue justamente él quien generó en mí esa certeza». Esa certeza de que ni el lenguaje literal, ni el metafórico le sirven para expresarse porque Lila Horovitz se comunica a través del tango.

– El tango, símbolo musical inconfundible de Argentina, ¿crees que de alguna manera se ha convertido en la mejor bandera cultural de este país?

El tango fue, más exactamente el símbolo de la ciudad de Buenos Aires, como música de raíz urbana y cosmopolita. Y digo fue, porque ya se ha convertido en un género universal traspasando fronteras y siendo adoptada por gente que nunca vivió allá.

– ¿Has sentido alguna vez el tango como un gran tópico de Argentina? 

Lo tópico es cuando se toma como algo de postal, turístico, de museo… y no como una música viva que sigue evolucionando.

– ¿Qué significa el tango para Lila Horovitz? 
Para mí el tango significa haber encontrado, con 17 años (cuando la toqué por primera vez en la EMPA), el lenguaje que sentí como propio. A partir de allí, tomé el camino de expresarme artísticamente a través de ese lenguaje, pues me era natural. Lo siento como mi propio acento, ese acento porteño que no he abandonado aun después de vivir 21 años en España y que se correlaciona con los acentos y el fraseo de esta música.
«Me expreso artísticamente a través del tango»
Y dentro del tango fue justamente Astor Piazzolla quien generó en mí esa certeza. Entré, como casi toda la gente de mi generación, escuchando a Piazzolla, y de ahí empezamos un trabajo de revisión hacia atrás hasta el tango tradicional.
– En los 90 fuiste precursora de un movimiento juvenil que reivindicaba el tango, ¿qué recuerdos guardas de esos años? 
¡Fue un momento maravilloso! El grupo Tangata Rea se formó en la escuela de Música Popular de Avellaneda (EMPA). Éramos compañeros que estudiábamos el tango académicamente a la vez que tocándolo y entendiéndolo y creamos ese quinteto para reivindicar un tango instrumental y bailable que se había perdido y había quedado relegado al recuerdo de las generaciones pasadas.
Era una época en la que no había grupos de tango, no había tampoco contrabajistas de tango y nosotros con 20 años empezamos a tocar de nuevo en vivo en las milongas, para bailar y en el emblemático Café Tortoni de Buenos Aires (donde había cantado Gardel). También hicimos una gira espectacular en Europa de 6 países y 20 ciudades en un mes y dos giras por Estados Unidos e inauguramos la calle Carlos Gardel dentro de los estudios Universal en Hollywood.
– De alguna manera, ¿te consideras guardiana o protectora de la música tradicional argentina? 
Podría ser… si eso significa mantenerla viva, como una llama y no dejar que se apague ni que se congele en lo que fue, sino siempre estar atenta a los procesos creativos y de búsqueda para seguir componiendo, integrándola al presente, fusionándola con otras músicas también, reconociendo sus raíces pero haciéndola sonar en el presente.
– Estarás en Garachico con los Caprichos Musicales de la Isla Baja presentando también tu libro ‘El código Piazzolla’. Para los que no tengamos nociones de quién era Piazzolla, ¿cómo lo presentarías? 
Astor Piazzolla fue el renovador del tango, un personaje muy polémico, vanguardista, muy adelantado a su época, defenestrado por los puristas y amado por los jóvenes. Un compositor ambicioso que tenía claro que quería revolucionar el tango porque ya en su época le parecía una música del pasado que no lo representaba. Se crió en Nueva York, con los inmigrantes italianos y judíos, estudió en París con Nadia Boulanger, quería ser un compositor de culto y lo consiguió. Hoy su música se estudia en los conservatorios del mundo y va camino a ser un género clásico, en el sentido de los que trascienden a su época.
– Defines ‘El código Piazzolla’ como un trabajo de divulgación, ¿por qué sentiste la necesidad de publicarlo? 
Desde que vivo en Europa, he tomado cierta distancia de mi entorno porteño y he observado que la distancia en kilómetros se ve reflejada en la dificultad de interpretar la música de Piazzolla desde la partitura. Es decir, se escucha esa distancia cuando los intérpretes son de otras latitudes que leen su música en una partitura. Y esto es por una falta de información técnica.
«La música de Piazzolla se estudia en los conservatorios del mundo»
Así como he dicho que su música se interpreta en los conservatorios del mundo, las partituras que llegan a esos músicos y estudiantes de música, llegan sin una cantidad enorme de información que solo se transmitía entre los músicos de forma oral, en ensayos, conciertos, de maestro a alumno, de director a intérprete. Las partituras son incompletas e inexactas y todo lo que no está escrito es desconocido para la mayoría de los músicos no formados en aquel entorno. Entonces he sentido la necesidad de divulgar esa información que está omitida en las partituras, pues es una música popular local que se ha extendido y necesita ser descodificada.
– Este fin de semana estará lleno de tango en Garachico gracias a este ciclo musical, ¿qué expectativas tienes? 
Compartir esta música con todos y todas, mimarla y atenderla para que siga creciendo, aportar mi granito de arena como autóctona pero también escuchar las propuestas creativas de quienes lo interpreten desde otros lugares.