Así se define este malagueño de 47 años. «Un tío normal y corriente al que le gusta la vida, una persona sencilla, nada presuntuosa. Sensible, muy sensible. Defensor de las causas perdidas. Me sublevan las injusticias y siempre defenderé a los más débiles», comienza respondiendo uno de los principales invitados de la sexta edición de Buenavista Diversa.

De Pineda destaca su capacidad para entrelazar un tema con otro, «tú córtame que yo me enrollo mucho», dice entre risas. Habla por los codos. Esta podría ser una de sus etiquetas. Precisamente, se hablaba en la jornada anterior del festival buenavistero de que dentro de la diversidad también existen las etiquetas: «dentro del mundo de la discapacidad me han puesto la etiqueta de que yo no represento al colectivo». Según Pineda, choca que haya una persona que se salga de los tópicos. «Se trata de criticar al mensajero, el decir ‘tú no nos representas’. Pues claro que te represento, déjame que te represente, no me tires piedras», explica el malagueño.

«Me han etiquetado diciendo que no represento al colectivo»

Quizás, su etiqueta más conocida es la del primer europeo con síndrome de Down en conseguir un título universitario. «Sobre todo es una responsabilidad porque sé que detrás de mí hay muchos chicos y chicas Down, familias que ven en mí un ejemplo. Creo que soy un referente en el sentido de decir que se puede y muchos se preguntan ‘¿y por qué mi hijo no?», cuenta.

Pineda piensa que se ha convertido en un modelo a seguir y entonces alza la voz para decir que «¡Ojo con los modelos que cada niño es un mundo! No se puede pretender que todos los niños sean igual que yo porque a veces ese modelo es un arma de doble filo. Me parece bien que se me tenga como ejemplo para que ellos mejoren, pero no para que me copien. Si a tu hijo no le gusta estudiar, ¿lo vas a obligar a hacer una carrera?», apelando al sentido común.

Ese mismo sentido común lo ha hecho ese tío normal y corriente que va por la calle y al que todo el mundo saluda por Málaga: «yo voy por mi ciudad y soy Pablo. Eso es lo que yo quiero, pasar un poco desapercibido. La fama no está mal, pero se puede uno emborrachar de ella», relata a DAUTE DIGITAL.

El graduado en Magisterio considera que se ha dejado arrastrar por el destino y por sus ideales. Todo esto lo ha llevado a participar en foros como el de Buenavista Diversa. «Estos son los foros importantes para esta sociedad. Una sociedad que me preocupa. Creo que soy un poco como el remanente de la generación del 98″, se redefine.

«Me preocupa esta sociedad»

Añade que «estos eventos -refiriéndose a Buenavista Diversa- son muy necesarios en esta sociedad en la que nos estamos metiendo por mares muy procelosos. Tenemos que dejar un poco el lenguaje fácil y populista e irnos a un lenguaje asentado, de referentes positivos y no dejarnos arrastrar por la sociedad». Pineda cree que el problema de España es que «no se debate, se crispa. Tú ves los debates de la tele y se dicen de todo menos bonito. Eso hace que la sociedad también se crispe. Lo que hay que hacer es analizar a fondo, un debate tranquilo, maduro y no a base de eslóganes, titulares, frases altisonantes… para los telediarios viene muy bien pero no sirven para nada», compara.

Pineda se graduó en Magisterio y sin embargo no ha podido ejercer la profesión tal y como le hubiera gustado: dando clase a niños. «Primero me dolió mucho que después de muchos años estudiando y luchando no me dejaran ejercer. Quizás porque la sociedad no quiere romper ese canon que se hace. A los que queremos avanzar no nos dejan ejercer nuestra influencia y eso no me gustó», argumenta. Pero ante todo, «si algo tengo es capacidad de supervivencia»- anticipa a su siguiente exposición- «es decir, ¿tú no quieres que ejerza? Vale, ya me buscaré yo otras ocupaciones», se ríe y afirma con tesón que «a mí no me van a pillar nunca con los brazos cruzados».

En la actualidad, Pablo Pineda ejerce de docente en la Fundación Adecco. Imparte formación a adultos y parece que eso le reconforta. Ha cogido este rumbo, al igual que tomó el de actor en la película ‘Yo también’ en 2009.

Su espontaneidad se vuelve un arma de doble filo en ocasiones: «es una virtud y un defecto. Virtud porque digo lo que pienso, lo que siento y a veces voy demasiado directo», reconociendo que en ocasiones, en concreto con el sexo femenino, le juega malas pasadas. «Las realidades hay que decirlas a la cara, no se puede ir con subterfugios. En este sentido he sido muy claro desde bien pequeño», mira hacia el techo del hall del Hotel Meliá Hacienda del Conde y retoma su explicación: «aún recuerdo cuando de pequeño le hice una pregunta a mi profesor, Miguel López Mederos. Yo sabía que tenía síndrome de Down… pero le hice esta pregunta bien clarita: ‘Don Miguel, ¿yo soy tonto? Don Miguel, ¿yo puedo seguir estudiando? ¿Puedo salir con mis amigos?».

Hay otra idea que Pablo Pineda tiene muy clara: «yo no me iría de Canarias. Me van a nombrar Hijo Adoptivo», suelta entre carcajadas. Su sentido del humor es muy contagioso, tanto que termina reflexionando y haciendo parangón: Canarias y Andalucía tienen mucho en común. Entre otras cosas algo innato: «esa pachorra canario-andaluza que no podemos evitar, esas mujeres guapas, esos paisajes», enumera. Entonces se le enciende la bombilla anecdótica y termina la conversación con un apunte musical, como aquel que tiene la facilidad de leer en clave de Fa: «a mi padre le encantaban Los Sabandeños, se volvía loco con ellos. Esa gente ya no seguirá, ¿verdad?».

Por suerte, para el recuerdo del padre de Pablo Pineda, Los Sabandeños siguen abriendo fronteras y rompiendo estereotipos en el mundo de la música. Al igual que lo hace Pineda con su asombrosa pero grandiosa normalidad.

Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Más de una década al servicio de la comunicación