2018 ha arrancado en Garachico con buenas dosis de rítmica latina. Horas después de que el municipio celebrase la llegada del nuevo año en una concurridísima glorieta de San Francisco, el mismo recinto despidió la jornada con la Big Band de Canarias y la Cubafonía de Daymé Arocena.

La cuarta edición del Concierto de Año Nuevo de Tenerife comenzó pocos minutos después de las 6 de la tarde en una glorieta nuevamente abarrotada, una estampa a la que ya nos tiene acostumbrada esta cita cultural desde su primera edición en 2015.

La Big Band hizo acto de presencia con su brillante introducción que sirvió de aperitivo para lo que vendría después, con la aparición de los primeros invitados en el escenario. Otro año más, el Coro de Cámara de Garachico aportaba la parte local al evento. Los acordes de Feliz Navidad sonaban en la Villa y Puerto mientras comenzaba a anochecer. Era el preludio a la participación de la grancanaria Alba Serrano.

Entre los diferentes bloques del concierto, la presentadora Carolina González hacía gala de su actividad periodística entrevistando a los protagonistas del Año Nuevo en Garachico.

En la primera de esas píldoras, Kike Perdomo, director de la Big Band, no tuvo reparos a la hora de afirmar que, para él, «Garachico es el municipio que más cultura está haciendo de España», añadiendo que hay un vínculo ya «irreversible» entre su formación musical y el municipio.

Y a los 40 minutos de concierto, casi en el ecuador, apareció la estrella de la tarde: Daymé Arocena. La joven cubana, que en poco aparenta tener 25 años, apareció descalza y con su ya representativa vestimenta blanca, coronada por un turbante.

Su actuación de Año Nuevo superó las expectativas. Además de ofrecer un buena música cubana adaptada al estilo big band, consiguió animar a las miles de personas congregadas en la glorieta de San Francisco hasta el punto de hacerlas levantar para bailar con algunos de los temas de Cubafonía, su último disco. Para la artista caribeña, «bailar es la expresión más bella del alma», y así quiso dejarlo patente en Garachico.

El concierto acabó con un público totalmente entregado y una cantante que tuvo palabras de agradecimiento para todos: organización, Big Band, Ayuntamiento y los miles de asistentes. Todo acabó con un sonoro «gracias a la vida». La glorieta de San Francisco fue una sola.