Marianela Bóan, Antropofobia (Dayme del Toro)

Aunque la propia Boán no se considera símbolo de la danza en Latinoamérica, muchos consideran a la coreógrafa como una institución del arte en América del Sur. Su amplia trayectoria ha quedado patente en múltiples ocasiones gracias a su labor como coreógrafa e investigadora dentro del mundo de la danza. Cuadernos Escénicos acoge a la coreógrafa cubana durante una semana en Garachico.  

– Para empezar, ¿cómo surge esta oportunidad de estar en Cuadernos Escénicos, en Tenerife?

Conozco a Roberto Torres y admiro mucho su trabajo. Desde hace años hemos estado en contacto, siempre atentos al trabajo del otro y con ganas de colaborar. Eso hizo que él me invitara a presentarme en Santa Cruz con mi espectáculo de solos, y que yo facilitara sus presentaciones en República Dominicana, donde vivo. 

De esta mutua admiración surge ahora esta nueva oportunidad de colaboración. Conozco el festival y me encanta la idea de poder participar en él, de volver a la bella isla de Tenerife y de estar cerca de Roberto nuevamente.

– Leyendo su biografía, sorprende todo el trabajo realizado en pro de la danza en Latinoamérica. ¿Se siente símbolo de la danza en su continente natal?

No me siento un símbolo. Los símbolos son estáticos, establecidos, son convenciones aceptadas y yo estoy en constante movimiento, negándome a mí misma todo lo que puedo para seguir creando y enseñando, no solo en Latinoamérica, sino también en Estados Unidos, Europa y ojalá en otros continentes. 

«No me siento un símbolo en la danza de Latinoamérica»

Creo que precisamente es ese espíritu arriesgado, que no espera por reconocimientos, lo que mejor puedo enseñar. No obstante, es cierto que con mucho placer he influenciado en el desarrollo de la danza contemporánea en varios países de Latinoamérica.

– ‘Danza contaminada’ está entre el catálogo de talleres que imparte. ¿Cómo le explicaría a alguien que lo desconoce por completo en qué consiste este taller?

Es un taller de improvisación y construcción coreográfica en el que comparto con los talleristas, al calor del proceso de creación, estrategias y métodos de investigación y composición propios de mi trabajo, en el que el movimiento es la base de la expresión abierto a otros géneros y canales expresivos. Es un taller muy lúdico y al mismo tiempo reflexivo.

– Contaminada es un adjetivo peyorativo, aún más en la actualidad con el contexto climático al que asistimos, ¿a qué se refiere usando esta palabra en relación con la danza? 

Me refiero a la «no pureza», al valor de la mezcla. Creo que toda pureza es estéril. Me refiero a dejar que la danza se contamine de la realidad, de otras artes, estilos, géneros, modos de expresión y a asumir el eclecticismo del Caribe. Sé que es un término políticamente incorrecto y por eso me interesa aún más. 

«Creo que la danza es el lenguaje universal por antonomasia»

– En la presentación del libro ‘Boán, la danza’, Noel Bonilla-Chongo dijo lo siguiente: «Sí, insisto: aún hoy sigo sin tener dudas; es desde el cuerpo donde nacen todas las escrituras y desde donde se hacen todas las lecturas». ¿La danza es el lenguaje universal por antonomasia?

Nuestro cuerpo empieza antes que nosotros mismos y la danza nos permite escuchar los cuerpos de nuestros antepasados y nuestra especie. Mi obra parte del cuerpo como fuente esencial portadora de todas las posibles conexiones. Excava buscando los cuerpos reales entre los oficialmente permitidos. Soy coreógrafa en un territorio de gente que baila antes de nacer. Creo que la danza es el lenguaje universal por antonomasia, pero también todas las otras artes.

– El resultado del taller que impartirá en Cuadernos Escénicos se podrá ver en el propio festival. ¿Cómo es el proceso durante esos días para poder mostrar la pieza al público? 

Será un juego de estímulos y aportes mutuos entre el grupo y yo; estimularé al grupo con ideas y movimientos a explorar a través de la improvisación, el diálogo y la composición, lo que irá generando un material creativo que nos exprese a todos y que a su vez me estimulará a mí a decidir, junto a ellos, una estructura y un sentido. Tengo algunas ideas-pretexto que guían las reglas del juego, un juego delicioso, lleno de azar y calor humano del bueno, del que viene de verdad del cuerpo.