Arranca el sexto día desde que se decretó el estado de alarma en España por el coronavirus y las calles de los municipios de la comarca de Daute se encuentran prácticamente vacías. La situación laboral también ha cambiado y como si de una moneda se tratase, de repente la sociedad se ha dividido en dos: los que se han visto obligados a quedarse en casa, ya sea trabajando telemáticamente o suspendidos de empleo y sueldo; y los que deben seguir saliendo y contribuyendo a que el virus no frene del todo la normalidad del pueblo.

Cara A: la obligatoriedad de continuar trabajando

Almudena López (23 años), enfermera del Hospital Universitario de Canarias (HUC) y natural de Garachico, acabó sus estudios el pasado verano y ahora, según cuenta, se está enfrentando a una situación a la que ni sus compañeros que llevan muchos años en la profesión saben cómo hacerlo. Según López, «los sanitarios están trabajando en condiciones duras entre otras cosas por la presión que tienen encima» y por las medidas tan estrictas que deben seguir que «se están cumpliendo a rajatabla».

«Espero que nos sigan apoyando cuando pase la tormenta»

Sin embargo, declara que esto no sería posible sin la cooperación entre profesionales: «Estamos haciendo todos piña e intentando lo máximo para acabar con esto cuanto antes». La garachiquense también tiene otro deseo: «Lo único que espero es que todo el apoyo que nos han dado en estos días, todo el valor que nos están dando y nos están demostrando, cuando pase la tormenta siga estando presente que nos sigan apoyando para lograr mejorar nuestras condiciones laborales». 

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Alejandro Álvarez (37 años), también de la Villa y Puerto, y el silense Roque Rodríguez (48 años), ambos policías locales de sus respectivos municipios, tampoco han bajado la guardia. El hecho de que su jurisdicción ya no depende de los ayuntamientos sino del Ministerio de Interior, ha supuesto una serie de cambios. Sin embargo, para Álvarez «la integración se está realizando de forma óptima».

«La gente está colaborando»

Tal y como ha señalado Rodríguez, «los cuatro municipios de la comarca se encuentran colaborando entre ellos para unificar criterios y apoyarse en el control de la situación actual». Según el silense, sus funciones en este momento se concentran en mantener el control de la vía pública, seguir las indicaciones de seguridad y salud y actuar en aquellas situaciones en las que sean requeridos. A pesar de todo, «la gente está colaborando» y al menos en Los Silos no se ha impuesto ninguna multa, hasta ahora solo han sido avisos, aunque «podría darse el caso».

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Al igual que en el pueblo contiguo, Álvarez admite que en Garachico la respuesta de la ciudadanía, en líneas generales, está siendo buena: «Al principio a los turistas hubo que informales, pero es normal, es un proceso de adaptación para todos». En cuanto a las medidas, considera «que son las adecuadas y hay que responder de forma contundente». 

En lo referido a las condiciones laborales, el garachiquense prefiere esperar a que esta situación acabe para valorar: «Ahora toca estar y sacar esto adelante y cuando lleguen tiempos mejores haremos balance». Según el oficial jefe, el sector policial no es más que «una pieza más del engranaje», por esa razón considera que «si todos cumplimos con lo que las autoridades sanitarias nos piden, al final aceleraremos el proceso de acabar con la pandemia».

«Nos recuperaremos de nuevo»

Antonio Fuentes (50 años), oficial de primera en el ámbito de la construcción y procedente de Genovés, también ha seguido trabajando. A pesar de ello, para él esta situación está siendo bastante difícil: «En este mundo todo es una cadena, si falla uno de los sectores productivos arrastra por los demás». Según Fuentes, también sus hábitos de trabajo han cambiado: ahora tienen que usar mascarilla, guantes, guardar un metro entre compañeros, lavarse las manos frecuentemente y utilizar un vehículo por cada trabajador.

Su experiencia hasta el momento en cuanto al trato con clientes está siendo positiva: «El comportamiento de la gente está siendo ejemplar en algunos casos, ya que como siempre hay excepciones que no toman conciencia». Por su parte está resignado «por los meses complicados que vienen ahora», pero mantiene la esperanza de que «nos recuperaremos de nuevo». 

El coronavirus también ha influido en el sector de la alimentación. Según Oswaldo Hernández (39 años) de Garachico, cajero y reponedor de Mercadona, «los días previos al decreto de alarma fueron bastante complicados debido al volumen de clientes, a la falta de prevención y de responsabilidad ciudadana por parte de todos». Sin embargo, la empresa enseguida tomó medidas: «El lunes ya disponíamos de mascarillas, gel desinfectante, guantes, señales de delimitación en las cajas, aforo limitado y seguridad».

Según Hernández, desde que entró en vigor el estado de alarma «los clientes empezaron a ser más conscientes y su comportamiento en general está siendo bastante correcto teniendo en cuenta que no es sencillo cambiar radicalmente algunos hábitos». Sin embargo, «hay quienes utilizan como excusa hacer la compra para salir de casa e incluso siguen yendo en pareja»

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En la misma situación se encuentra Carmen María Hernández (42 años) de Los Silos, trabajadora de la misma empresa. «Cuando todo esto comenzó la gente se comportó como si se fuera a acabar el mundo, fueron días muy estresantes y no nos daba tiempo de reponer». Al igual que el anterior entrevistado, admite que están trabajando en condiciones óptimas de seguridad y prevención y lo único que le pide a la población es «paciencia y respeto para los trabajadores».

Cara B: la obligatoriedad de quedarse en casa

Elisabet Dóniz (30 años) de El Tanque, reconoce que está viviendo la situación con preocupación e incertidumbre. «Yo soy procuradora y el viernes pasado cuando me fui del despacho ya sabíamos que se iba a decretar el estado de alarma pero no sabíamos qué medidas en concreto se adaptarían en cuanto a justicia». En su caso, el cierre de los juzgados la ha obligado a quedarse en casa: «Ha supuesto un cambio radical en mi vida porque he pasado de no tener tiempo para nada a estar, incluso, aburrida».

Actualmente está trabajando telemáticamente, pero no está realizando ningún tipo de gestión ni presentación. Según ella, «desde que se decrete la pérdida de vigencia del estado de alarma justicia volverá a la normalidad». Sin embargo, considera que se verán afectados «en cuanto a la existencia de nuevos procedimientos ya que si existe una crisis económica las personas se van a plantear más el hecho de interponer una demanda».

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Aser Martín (24 años) de Buenavista, no sabe qué pasará con su puesto de trabajo: «Me dedico a la pastelería en un restaurante de Las Palmas pero nos hemos visto obligados a cerrarlo, al menos, provisionalmente». Hasta ese momento «se tomaron todas las medidas que se iban dando desde el gobierno pero enseguida cayó la afluencia de clientes». 

«Costará, pero poco a poco volveremos a la normalidad»

El pastelero es optimista: «Cuando esto acabe pasaremos unos meses muy justos económicamente pero tengo la esperanza de que en el sector de la hostelería siga habiendo trabajo». Cree que «la gente volverá con muchas ganas a los restaurantes y bares después de pasar muchos días si poder salir apenas de casa» y mantiene que «costará pero poco a poco volveremos todos a la normalidad».

En el mismo municipio está Almacenes José Luis, también obligados a cerrar por la crisis. Tal y como ha declarado su gerente, Abel Hernández (45 años), «la tienda cuenta con cuatro dependientas fijas que han tenido que irse al paro debido al ERTE que he tenido que realizar». Al igual que cientos de comercios en la comarca, desconoce cuándo podrán volver a abrir sus puertas.

«Todos unidos podremos salir airosos de esta situación»

«Habíamos hecho una inversión muy fuerte en mercancía para verano», comenta, «y es verdad que las fábricas nos facilitan los pagos prolongados de los recibos pero de los bancos mejor ni hablar». Sin embargo, se mantiene optimista y anima a los ciudadanos a seguir adelante: «En la vida siempre hay un poco de suerte para que las ideas e ilusiones lleguen a buen puerto y seguro que todos unidos podremos salir airosos de esta situación».

Redactora y reportera desde 2018, pero periodista de nacimiento. Máster en Marketing y Comunicación Digital. Máster en Diseño Gráfico Digital. "Hablando hasta por los codos... Desde que aprendí a hablar".