El primer domingo de diciembre, La Caleta de Interián vive una de sus celebraciones más queridas y, también, poco conocidas en la comarca. Lejos de la multitudinaria víspera y de la solemnidad de cada 30 de noviembre, el barrio aparca por unas horas su estrecha relación con el mar para mirar hacia el risco.

La apertura de las bodegas y el vino nuevo están íntimamente ligados en la cultura popular con la festividad de San Andrés, por la fecha en la que coinciden ambos acontecimientos. Por eso, lo que ocurre hoy en La Caleta es la unión entre lo religioso y lo popular, que hace del Llano, a los pies de la fuga de Correa, el epicentro de la fiesta.

San Andrés y la Virgen del Rosario suben hacia camino arriba para bendecir los campos y estrenar el vino. Los cultivos de viña del Llano de La Caleta —escasos hoy en día— se visten de fiesta para recibir a los patrones y sus propietarios agasajan a los vecinos con sus  caldos, acompañados siempre de un puñado de chochos.

En el camino viejo también se abren las casas y se invita a los amigos a pasar para acabar las fiestas de la mejor manera posible, previo a la promesa de los Fuegos del Patio, ya de regreso a la iglesia.

La Caleta y su gente ha sabido conservar la esencia de las celebraciones, el encuentro y el jolgorio, el abrazo de un barrio que no entiende de límites municipales.

Allí, bajo el risco, se vive San Andrés con sencillez y elegancia, con la sensación de acabar las fiestas de la mejor manera posible y con la vista puesta en las del próximo año, que volverán a poner al santo patrón en la calle y ante la emocionada mirada de miles de devotos.

Fotos: Daniel Pinelo
Codirector de DAUTE DIGITAL y redactor en COPE Canarias. Grado en Periodismo por la Universidad de La Laguna y Máster en Innovación en Periodismo por la Universidad Miguel Hernández de Elche.