Tiene un vínculo especial con Tenerife. Por eso presentará su último libro, ‘La vida en el límite de la vida’, en Garachico este miércoles 22 de mayo. Un viajero romántico que creó el programa televisivo ‘Al filo de lo imposible’ y que desprende sosiego y tranquilidad. Las mismas sensaciones que hay en las montañas. Sebastián Álvaro es periodista, alpinista y aventurero pero tiene claro que el ser humano es vulnerable, una gota de agua en un océano. 

– ¿Por qué Tenerife y por qué Garachico para presentar este libro?

Con Tenerife tengo una relación especial en los últimos años. Fundamentalmente porque creo que las iniciativas de Tenerife con respecto al senderismo, el intento de una mirada diferente sobre un turismo sostenible basado sobre todo en una práctica tan saludable para el cuerpo y para el espíritu como es el senderismo, el recuperar caminos, el hacer que la gente que va Tenerife además de encontrar lo clásico de sol y playa encuentre una naturaleza y la disfrute… Comparto los valores y esa visión de la naturaleza.

El presentar el libro en Garachico fue una oferta de amigos que son muy amigos. Además la oferta cultural debe de repartirse, no solamente por los centros grandes sino hay que tratar de llevar esa oferta cultural. En este caso algo tan relacionado con la montaña y con la cultura son los valores clásicos del alpinismo. Por eso lo hacemos en Garachico. 

– Supongo que conoce la comarca…

En general, conozco bastante bien Tenerife. Es probable que más que algunos lugareños porque camino mucho por Tenerife porque me la han enseñado mis amigos de allí. 

– En concreto, lo que son los municipios de Buenavista, El Tanque, Garachico y Los Silos, ¿ha caminado por esta zona de por aquí?

He caminado con mi buen amigo Pedro Millán y con José Carlos Herreros que conocen muy bien la zona. Voy mucho a caminar lógicamente por la zona de El Teide, por la zona de Anaga pero me apunto a caminar por cualquier sitio por Tenerife. Lo hago no solamente por lo que es, muy saludable. Algún día que estoy en casa y no he podido salir a caminar cuando se está poniendo el sol echo de menos algo.

– Vamos a hablar un poco del libro. ‘La vida en el límite de la vida’ no es un libro solo para alpinistas, ¿por qué?

Es un libro para todo el mundo. Desde luego para los amantes de la montaña y los amantes del senderismo y de la gran naturaleza. Pero además es un libro para todo el mundo. Y lo es porque en realidad la montaña es una metáfora de la vida. Todo lo que se cuenta ahí, los relatos, las frases entresacadas de algunos de los mejores alpinistas que ha habido en el mundo en toda la historia… de lo que no están hablando es de la propia vida. Nos está hablando de la inteligencia, de la valentía, nos están hablando de dramas y tragedias, no están hablando de enfrentar la adversidad, en realidad estamos utilizando la montaña como una escuela de vida. 

– El contrapunto de la vida, la muerte, que también está presente en la montaña por el riesgo que se corre… suele ser un tema tabú. ¿El libro también sirve para reflexionar sobre la propia muerte? 

Es que la muerte no es una cosa diferente de la vida. La vida y la muerte están entrelazadas porque la muerte no es otra cosa nada más que el final de nuestra vida. Buena parte de todo lo que hacemos en la vida tiene que ver con dar sentido a la misma porque en realidad somos animales finitos, vulnerables… somos, como decía Stephen Hawking, «solamente una raza avanzada de monos» y remataba la frase diciendo «pero tenemos posibilidades de comprender el universo y eso nos hace muy especiales».

El apartado de la muerte en la montaña siempre está presente porque en definitiva la montaña, el alpinismo, no es nada más que un juego para adultos que saben que lo que está en juego es la propia vida. Cuando tú vas a escalar, como ha sido nuestro caso, el K2 sabes que hay un riesgo muy importante si intentas subir a la cumbre y luego si llegas a la cumbre 1 de cada 9 personas, aproximadamente, no baja con vida al campo base así que hay un apartado que tienes que tener presente.

«Me quedan pocos rincones del mundo que quiera visitar»

Pero en realidad toda esta reflexión también nos vale para nuestra propia vida. Hay muchas veces que perdemos la percepción de que estamos aquí, estamos en nuestro planeta y que nuestra vida es muy limitada y que por tanto las únicas certezas que tenemos como decía Benjamín Franklin son que «vamos a morir y que tenemos que pagar impuestos». Podemos vivir una serie de años pero lo más importante es que la vida la podemos vivir con intensidad, con pasión, con profundidad, haciendo cosas que realmente tienen sentido. Y todo ese tipo de cosas son las que dan sentido a la vida y a nuestra muerte. 

– ¿A Sebastián Álvaro le quedan rincones del planeta por los que estar, por los que visitar? 

De los que me gusten, muy pocos. De los que quiera ir realmente muy pocos. 

– ¿Cuáles son esos rincones? 

Me gustaría mucho ir a la península de Kamchatka, que no la conozco. Luego tengo alguna asignatura pendiente en el Himalaya o en el Karakórum y en Tierra de Fuego. Lugares donde he estado muchas veces pero que todavía me faltan lugares por conocer de la misma forma que me ocurre en Tenerife. A Tenerife no llegas una vez y ya conoces la isla. Tienes que ir muchas veces realmente para conocer en profundidad un paisaje. Y luego me gustaría mucho sobrevolar el K2 en globo. Es un proyecto que tuve hace años y que si un día puedo hacerlo realidad me gustará hacerlo. 

– Si tuviera que elegir un lugar del mundo en el que se siente feliz, ¿cuál sería? 

Hay un montón. Hay un montón de sitios y en contra de lo que dice mi buen amigo Joaquín Sabina «al lugar donde has sido feliz, debes de tratar de volver». Tengo un montón de lugares: el Karakórum, Tierra de Fuego, la Antártida, Tenerife… buenas partes de Italia que conozco muy bien también y que amo. Los Alpes, Los Pirineos donde procuro pasar temporadas también para recluirme cuando quiero estar tranquilo y escribir.

En realidad no soy una persona sedentaria, soy un nómada que ha hecho del propio planeta su vida. Entonces me siento cómodo en muchos lugares, me siento cómodo no solamente por los paisajes fabulosos que tienen, como puede ocurrir también en Tenerife, sino por las gentes que me acogen. En realidad, te sientes cómodo por el lugar que estás pero sobre todo con la gente con la que estás. 

– Esto de viajar parece que últimamente está de moda. ¿Piensa que es así?

Pienso que se está poniendo de moda trasladarse rápidamente de un sitio a otro para hacerse un selfie y volver a casa y colgarlo en Facebook. Pero en realidad esa parte de la visión ultramoderna de viajar no me interesa nada, me interesa viajar como lo hacían los viajeros románticos con un libro en la mano y una mirada curiosa con la posibilidad de ir a los sitios que quieras y tratar de enamorarte de ellos. Es decir, de entenderlos en profundidad, de hablar con las gentes que los habitan y en realidad no tener prisa, no tener prisa por volver a casa, tener claro que lo que conocemos de nuestro planeta y de nosotros mismos es una gota de agua en el océano de todo lo que desconocemos. Por tanto, observar el planeta, conocerlo, aprender a amarlo al mismo tiempo que intentamos hacer un ejercicio de reflexión sobre nuestro propio interior, eso es o debería ser el verdadero viaje. 

«Me interesa viajar como lo hacían los viajeros románticos»

– Se nota esa obsesión, ansia por demostrar dónde has estado en las redes sociales…

Bueno, creo que las redes sociales también nos ofrecen posibilidades de comunicación y de rapidez que antes no teníamos pero nada de eso debe de ser prioritario, nada de eso debe de ser obsesivo. Lo que interesa es el conocimiento y lo que interesa es el contacto y el compartir las cosas con la gente. Eso se comparte de la forma tradicional, hablando con la gente, queriendo a la gente, logrando afectos y cariños y amores que en realidad es lo que nos enriquece. 

– Antes hablaba de prisas también. Kurt Diemberger decía, hablando de Kilian Jornet y la moda del trailrunning, que la montaña no es para las prisas de una carrera sino para la reflexión, ¿está de acuerdo con él?

Pues sí, en buena medida. Creo que David Lama era probablemente uno de los tipos con un futuro más prometedor dentro del alpinismo y que murió ahora hace un mes en Las Rocosas. En la última entrevista que hizo explicaba que el cronómetro no debe formar parte del equipamiento de un alpinista. Yo creo que las montañas no deben de ser convertidas en estadios de atletismo porque la montaña es profundidad en realidad, las montañas son los últimos templos de la gran naturaleza que requieren sosiego, tranquilidad, soledad. Ahí se recluye precisamente la última belleza del planeta y por tanto merecen todo el respeto. Yo creo que gente como Kilian Jornet se terminarán convirtiendo en grandes alpinistas. El día que sus fuerzas empiecen a aflojar probablemente empiecen a observar la montaña de una forma más madura, más sensata y creo que más tradicional con el gran alpinismo clásico. 

Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Más de una década al servicio de la comunicación