Tenemos la inmensa fortuna de poder elegir casi todo. Hasta la manera de vivir. Los estadounidenses acuñaron eso del ‘American way of life’, definiendo un estilo de vida adaptado a un contexto: ese vasto territorio del norte que líder o no a nivel geopolítico, es referencia.

Todo parece más fácil si nadie te dice cómo hacerlo. Simplemente, tú decides. No obstante, aunque nos creamos dueños y señores de nuestra propia vida y que somos los que ‘diseñamos’ nuestro mundo, todo es mentira. Siento la decepción. ¿Por qué? Porque elegimos entre algo que ‘alguien’ nos propone e impone aunque no lo pensemos.

Escuchas, vistes, comes, vas, vienes, consumes, ves y no sé cuántos verbos más pero todo lo que haces ya viene predeterminado.

Elegimos entre algo que ‘alguien’ nos propone

La ‘ventaja’ está en que cada día el abanico es más amplio y no estás del todo limitado. Muestra de ello ha sido el último fin de semana en la comarca de Daute. Tres propuestas: ópera, caminos para la inclusión social y la proyección de un documental con la cotidianidad de una familia especial como protagonista.

Elegí irme hasta el barrio de Genovés para admirar el documental de David Baute, alguien de aquí. Aunque en mi municipio se celebraba un acontecimiento histórico, decidí alejarme de la opulencia y del despliegue en el casco y acercarme a la mirada más cotidiana. Al terminar el documental y bajar del barrio, comprobé que desde Buenavista querían hacerse ver con un potente foco que nos hacía saber que en la punta noroeste de Tenerife pasaba algo.

Durante poco más de una hora, Genovés fue testigo de otro hecho histórico, no tan opulento como el del casco desde luego, ni tan potente como el foco de Buenavista, pero igual o más emocionante. 

Como si del Gran hermano de ‘1984’ escrito por Orwell se tratase, el cineasta David Baute se ha adentrado en la vida de la familia de Milagros. Sin embargo, él no la ha controlado. Simplemente ha dejado que pase. Un documental observacional que retrata el día a día de los cinco integrantes de esta unidad familiar. Como bien ha descrito el director de la cinta «parece que en la película no pasa nada pero pasa mucho: la vida». Advirtió de su lentitud antes de que comenzara, pero a mi no me lo pareció. Quien quiso estar allí fue porque lo eligió.

Se oyeron muchas carcajadas en una noche en la que también hubo llantos de emoción. Muchas de esas risas fueron incomprendidas por mi. Quizás la naturalidad de las escenas, a las que sus vecinos están más que acostumbrados, despiertan nostalgia e ilusión y esa sonrisa nerviosa y propia de la confianza. Los habitantes de Genovés ya no pueden disfrutar del humor de Vicente tan a menudo, o de los cantares de Mary. La unidad familiar se ha desintegrado aunque ayer volviera a unirse sin parecer haberse separado.

Lo de verdad se esconde en lo más cotidiano

Mientras la vida de los cinco pasaba por la pantalla, todos podían reflexionar sobre lo difícil que es no poder elegir. Aunque delante te pongan un abanico lleno de posibilidades, todos y cada uno de nosotros no siempre podemos elegir.

Sea como fuere, más allá de lo extravagante, lo de verdad muchas veces se esconde en lo más cotidiano. Hay que saber mirarlo, tratarlo y valorarlo.

Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Más de una década al servicio de la comunicación