Paso de la Procesión Magna por la plaza de la Libertad / La Voz de Icod de los Vinos (Narciso Ramos)

La llegada de la primavera trae consigo la celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo en el calendario litúrgico católico. Misas, ceremonias, procesiones y otros cultos se repiten por toda la geografía española. También en nuestra comarca, donde Garachico vive estos días con intensidad.

Y es que la Villa y Puerto se cuela inevitablemente cuando se hace un repaso por las Semanas Santas más señeras de Tenerife y de Canarias. Aunque la festividad derrocha esplendor de principio a fin, es el Viernes Santo cuando saca a relucir todo su potencial religioso y artístico.

No es para menos. Garachico tiene el honor, desde el año pasado, de contar con la Procesión Magna con más pasos de toda la isla —y, casi seguro, de todo el archipiélago—: 25 frente a los 24 de la ciudad episcopal de La Laguna.

Las Insignias de la Pasión / La Voz de Icod de los Vinos (Narciso Ramos)

Pero la Procesión Magna garachiquense tiene un prólogo imprescindible: el traslado del Yacente y de la Soledad desde el oratorio de la casa de los Ponte. Cada Viernes Santo, las hermandades y el clero parten desde Santa Ana a las 7 y media de la tarde para ir en busca de los dos pasos que durante la semana ha custodiado la familia (el Cristo de la Misericordia llega el Domingo de Ramos por la noche, mientras que la Virgen es propiedad de los Ponte y preside todo el año el oratorio).

Solo cuando el cortejo regresa a la parroquia matriz y se descubre el rostro del Señor Difunto se da por empezada la Procesión Magna. Uno por uno, los pasos van cruzando el pórtico del templo para salir a calle en un extenso recorrido por todo el casco histórico.

Santo Entierro / Archivo municipal de Garachico

Uno de los puntos más concurridos para contemplar esta majestuosa catequesis de madera es la glorieta de San Francisco. Acompañados por sus patrocinadores o por las hermandades, por los adoquines desfilan imágenes de todas las épocas y estilos. Desde el Cristo de la Misericordia (ahora como Yacente) de los indios tarascos del siglo XVI, pasando por la monumental Santa Cena, el Señor de la Humildad y Paciencia o el Cristo Predicador, todos de la escuela de Alonso de la Raya en el siglo XVII. De la misma centuria es el Crucificado que tallara en 1639 Martín de Andújar, quien estableciera su taller en Garachico.

Del siglo XVIII destaca la Soledad de Rodríguez de la Oliva y otros conjuntos anónimos como el Nazareno con el Cirineo, el Descendimiento o las Insignias de la Pasión.

El Calvario y el Descendimiento, a su paso por la glorieta de San Francisco / La Voz de Icod de los Vinos (Narciso Ramos)

Más reciente son San Juan, la Verónica o María Magdalena, de la década de 1920, o la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén y Nuestra Señora de la Amargura, de la segunda mitad del siglo XX. Cierran el repaso cronológico, ya en pleno siglo XXI, el Crucificado de El Guincho, la Virgen del Consuelo del Descendimiento y la Soledad de La Caleta; esta última, incorporada el año pasado a la Procesión Magna y con la que se alcanzó la cifra de los 25 pasos. Resulta curioso comprobar cómo una iglesia tan grande se quede pequeña este día para acoger a todas las imágenes.

El paso por el convento de las monjas concepcionistas franciscanas y el regreso a Santa Ana son también momentos destacados en la noche del Viernes Santo. La Magdalena, San Juan, el Yacente y la Soledad entran en el monasterio de clausura ante la atenta mirada y las plegarias de sus inquilinas, mientras el resto de imágenes esperan en la calle Esteban de Ponte. Por su parte, la entrada en la parroquia matriz supone el punto y final con la ceremonia de la Sepultura del Señor, donde la banda de música interpreta Recuerdo a los muertos hasta que el estruendo que causa la caída de la tapa del sepulcro indica que todo ha acabado.

Ceremonia de la Sepultura en la parroquia matriz de Santa Ana /Archivo municipal

Pero para que un cortejo de tal tamaño sea posible en un municipio que no alcanza los 5.000 habitantes se antoja fundamental la figura de los patrocinadores, un grupo de personas que asumen la responsabilidad de preparar cada uno de los pasos para que puedan salir en Semana Santa. Ellos sufragan el coste de las flores, las velas o ponen a punto los ropajes.

Como eje coordinador actúa el Equipo Litúrgico de Santa Ana, formado por una decena de personas que, junto con el párroco, son los máximos responsables de la Semana Santa garachiquense. Una cita ineludible cada año en Daute.

Codirector de DAUTE DIGITAL y redactor en COPE Canarias. Grado en Periodismo por la Universidad de La Laguna y Máster en Innovación en Periodismo por la Universidad Miguel Hernández de Elche.