Los pagos de Daute están poblados de grandes haciendas. Todas son hermosas, aunque algunas tienen heridas por el paso del tiempo; otras conservan su altanería y nobleza intocables; en cambio unas pocas permanecen impenetrables, como enigmas de un pasado que nunca se dejó ver.

Así comienza la glosa que Ernesto R. Abad hacía de San Juan de Taco el pasado mes de abril en su Paisaje con palabras en DAUTE DIGITAL. En efecto, muchas de las casonas rurales que siglos atrás embellecieron la comarca han terminado por sucumbir al paso del tiempo y a la dejadez humana. Otras han mantenido su esplendor y, muy pocas, conservan un halo de misterio que las dota de una belleza especial.

Es el caso de la hacienda de San Juan de Taco. Al pie del antiguo camino real que unía Buenavista con el resto de la Isla Baja, entre La Cuesta y Las Canteras, la casona de alza imponente antes quienes transitan por delante de ella, sin ser conscientes del tesoro que contienen sus muros de piedra.

Ese secreto, sin embargo, fue resuelto recientemente de la mano del Ayuntamiento de Buenavista del Norte y del historiador del arte Manuel J. Hernández, dentro de una de las dos rutas organizadas para conocer las ermitas del municipio. DAUTE DIGITAL fue testigo de esta particular sesión de puertas abiertas de la que está considerada como la mejor hacienda de Tenerife, al menos, a nivel arquitectónico.

La ocasión merece que la fotografía prevalezca ante el texto en este reportaje. Hoy, sin duda, la imagen es la protagonista. Ante ustedes, San Juan de Taco.

Nos encontramos en unos terrenos que pertenecieron, tras la conquista, al portugués Gonzalo Yanes, señor también del hacendado de Daute de Los Silos. Como señala Manuel J. Hernández, pasaron por línea hereditaria a Gabriel Mas Ortiz de Caraveo, persona que los acabaría vendiendo al capitán Juan del Hoyo y Calderón.

Entramos con Hernández y una veintena de personas al recinto a través del pórtico principal, hoy cubierto en su parte superior por una enorme buganvilla que lo abraza desde el patio interior. Desde el primer momento sorprende el imponente arco que da paso al patio principal de la casona, pero nuestra primera parada es la pequeña ermita de San Juan Evangelista.

Del templo, fundado por el capitán Juan del Hoyo en 1641, solo se conserva una pila para el agua bendita adosada a un lateral y una alacena empotrada en la cabecera del templo, donde antaño se albergaban los objetos sagrados. De resto, la ermita almacena desperdicios de madera y un colchón. Poco se sabe del paradero de imágenes y retablos. Algunos se llevaron a la iglesia de los Remedios, pereciendo en el incendio de 1996. Otros, fueron directamente tirados a la basura.

El panorama ruinoso acaba rápidamente cuando regresamos hacia atrás y entramos en el gran patio de la casona. Frente a nuestros ojos, una impresionante escalera de piedra con un interesante trabajo de cantería. Por ella se accede a la planta superior. Allí, el asombro no cesa con el artesano de madera de los techos. No se repite ninguno en todas las habitaciones de la casa.

Acompañamos a Manuel J. Hernández en el recorrido por cada una de las estancias de la hacienda. Su restauración comenzó hace más de una década con la intención de habilitarla como hotel rural, pero el plan no se consiguió llevar a cabo y la rehabilitación no llegó a concluirse totalmente. Eso sí, la planta superior, a pesar de no contar con mobiliario alguno, se encuentra en unas condiciones bastante buenas.

El comedor se abre a un balcón desde donde se divisan maravillosamente los riscos de Talavera y la trasera de la casa. Seguimos en nuestra visita pasando por el zaguán principal y recorriendo otras estancias como la cocina, la despensa o un pequeño habitáculo para el servicio, con un agujero que conecta con las cuadras de la planta inferior.

La visita termina, de nuevo, en el gran patio. Desde allí se accede a las cuadras y las dependencias de los sirvientes. También se observan los lavaderos y la cochera. La vista se resiste a dejar de contemplar la inmensidad de la casona de Taco. Un tesoro del que prácticamente solo se conocía el envoltorio y que ahora busca nuevo dueño. Su precio: casi 2 millones de euros.

 

Codirector de DAUTE DIGITAL y redactor en COPE Canarias. Grado en Periodismo por la Universidad de La Laguna y Máster en Innovación en Periodismo por la Universidad Miguel Hernández de Elche.