Cuando voy camino de la Tierra del Trigo desde Los Silos, no puedo dejar de fijar mi mirada hacia esas especie de escobas vegetales que deben barrer el cielo de nubes… Las palmeras que pueblan Las Carvas al pie del Risco de Los Poyos no dejan de impresionarme cada vez que visito este lugar, su singularidad y la amplia gama cromática que ofrece el lugar al atardecer le dan una belleza única.

El Palmeral de Las Carvas, también conocido como palmeral de Daute o de la Tierra del Trigo, es un reducto de la antigua vegetación que debió poblar buena parte de la Isla Baja, mucho antes de que las tierras de cultivo sustituyeran a la vegetación natural. Sin lugar a dudas, es uno de los lugares menos conocidos de la comarca a pesar de su alto valor ambiental. Su importancia para la comunidad científica ha quedado manifiesta en varias ocasiones, incluyéndolo por ello en la red de espacios naturales protegidos de Canarias con las categorías de Paisaje Protegido de Acantilados de La Culata y Sitio de Interés Científico de Interián. Sin lugar a dudas, una merecida arboleda a destacar en nuestra serie de artículos sobre árboles, arbustos y arboledas singulares y monumentales de la Isla Baja.

Está compuesto principalmente por ejemplares de destacado porte de palmera canaria (Phoenix canariensis), una especie vegetal endémica de las islas ampliamente distribuida por buena parte del archipiélago, tanto en ambientes naturales como en jardines, debido a su belleza e interés ornamental. Las palmeras son un símbolo vegetal de las islas, junto al drago, el cardón, la sabina, el laurel canario y el pino canario.

Además de bellas palmeras, este rincón esconde varias especies exclusivas de las islas como almácigos, adernos, acebuches, sabinas, orobales, jazmines, granadillos, espineros, tasaigos, matos de ricos, siemprevivas, bejeques y algunos dragos, contando incluso algunos endemismos locales como la amargosa, una planta exclusiva del Noroeste de Tenerife.

Desde niño, siempre me sorprendió verlo desde la azotea de la casa de mis padres; era como un lugar sagrado, al pie del majestoso Risco de Los Poyos. Los colores que tomaba este sitio cada tarde, antes de la puesta de sol por efecto de la proyección de los rayos del sol, lo hacían mágico para mí.

Sin embargo, no fue hasta mi adolescencia cuando escuché hablar por primera vez del valor ecológico de este singular palmeral. Eran otros tiempos, la educación ambiental era cosa de otra galaxia. En la primera mitad de los años noventa, durante una reunión de la Asociación Cultural Ecologista Peréz Enriquez, fueron el botánico silense Vicente Lucía Sauquillo y el naturalista Enrique Oñate quienes me hicieron saber la importancia que tenía el palmeral de Las Carvas.

A comienzos de dicha década, una imagen de este lugar ilustró el póster dedicado a los bosques termófilos dentro de la serie dedicada a los ecosistemas de las islas Canarias, editado por la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias y realizado por la antigua unidad de Educación Ambiental. Probablemente esta imagen fue seleccionada por el empeño del desaparecido naturalista Efraín Hernández, con quien tuve la ocasión de visitar este y otros rincones de la isla, uno de los mayores conocedores de la historia natural de Canarias y maestro de muchos de los que hoy miramos la naturaleza con otros ojos.

Primero, la construcción de una pista y luego, una carretera para unir la Tierra del Trigo con Los Silos, amenazaron a este palmeral único. Algunos vecinos boicotearon el trabajo de las palas mecánicas usadas para construir dicha carretera, en un afán de proteger este singular lugar de la barbarie del piche. Hoy, sin embargo, la carretera está construida y todos circulamos por ella sin mucho remordimiento ante el mal llamado progreso, pero sí con la pena de no volver a ver nunca aquel lugar en su estado más salvaje.

Ahí queda el palmeral de Las Carvas, medio olvidado luce cada tarde antes de la puesta de sol. La amenaza de las plagas de picudo rojo lo hacen vulnerable; la presión de la demanda de suelo agrícola para platanera y otros cultivos tropicales insostenibles desde el punto de vista ambiental, junto a algunas viviendas que se adentran en su territorio, lo aprisionan contra el risco, limitando su recuperación y futura expansión.