DAUTE DIGITAL no le ha hecho a Ernesto Rodríguez Abad una entrevista como las que normalmente le hacen los medios de comunicación provinciales. No se le ha preguntado esto: ¿Por qué has creado algo tan importante en un lugar tan alejado? Tras veintiuna ediciones, la envergadura del Festival Internacional del Cuento de Los Silos sigue cabiendo en una villa del noroeste donde la magia no es ajena a los kilómetros cuadrados de esta localidad.

Un mes como este: diciembre. Veintiún años atrás: Ernesto Rodríguez Abad cierra los ojos y se transporta al centro de salud de Los Silos. “Tengo nervios y no aparece casi nadie”, confiesa en ese estado de regresión. Se ha trasladado a la primera edición del Festival Internacional del Cuento de Los Silos que este año se celebrará del 5 al 10 de diciembre en la villa. “Poco a poco siento que se empieza a creer en una propuesta desconocida. Hace veintiún años no se narraba habitualmente en la isla. Creo y defiendo que el festival ha impulsado la narración, al menos, en Tenerife. Ha creado una corriente cultural que no se ha reconocido”, declara el literato silense.

De igual modo, recuerda que en 1996 Los Silos “no tenía ningún certamen cultural que lo proyectara fuera de sus límites y ese era el objetivo. Ahora parece sencillo y natural, pero en aquel momento era difícil hacer creer que fuera del área metropolitana pudiese suceder algo interesante”. Hacer un ejercicio de regresión ha sido una propuesta acertada para el director del certamen silense ya que considera que “cuando nos alejamos de los acontecimientos los literaturizamos, van cayendo por el camino los detalles, los matices, los episodios desagradables…”, concluye. Es agradable hacer de los recuerdos literatura y más si viene de la mano de Rodríguez Abad.

“Siento aún, si cierro los ojos, la voz de mi madre cada noche recitando, algunos eran versos tristes, pero a mí me marcaron mucho”, continúa en el periplo por su memoria. Para entender lo que sucede o por qué alguien se ha convertido en lo que es se antoja necesario conocer su pasado. Así todo se entiende mejor. Si se quiere saber más de este silense es tarea obligada para un periodista preguntarle por sus primeras lecturas o sus primeros autores: Bécquer, Machado, Gabriela Mistral o Lorca “pertenecen a mi mundo oral de la infancia”, cita. “Vienen a mi mente también cuentos como Barba azul, Hansel y Gretel, o una antología de Josefina Bolinaga que me regaló mi primer maestro, Don Sebastián. Era mágico y tierno, me enseñó a transitar por los caminos de la fantasía y con el tiempo se convirtió en uno de los pilares en los que se asientan mis bases como lector”, se conoce así el ‘big band’ literario del precursor del cuento en Tenerife.

Todo parece mágico y sutil al leer las respuestas de Ernesto Rodríguez Abad y parece casi imposible no tener en la mente su voz e imagen recitando. Se escapa la objetividad en el teclado difuso que intenta reconducir la entrevista. Termina saliendo la vena literaria que tanto prohíben en las facultades de lo que no se considera literatura pero que, sin querer, se mezcla: Periodismo. ¿Habrá un hada revoloteando ya por aquí?

Es probable porque el viaje al pasado literario de Ernesto Rodríguez Abad no se ha acabado. Continúa la magia y de adolescente el silense pudo leer libros como ‘El último mohicano’ de Feminore Cooper o las novelas de Julio Verne. “La adolescencia la marcó la lectura a los doce años de ‘Cumbres borrascosas’ de Emily Bronte. Aquella novela abrió un mundo de posibilidades ante mí. Luego fue la biblioteca de Los Silos y una colección de novela histórica las que atraparon mis días y noches, hasta llegar a García Márquez”, finaliza aquí este mágico viaje al inicio del cuento.

Los lugares marcan también a las personas y para Ernesto Rodríguez Abad la Villa de Los Silos y la comarca de Daute en general ha sido una continua inspiración. “Las montañas del Monte del Agua”, escribe un punto y seguido (sinónimo de respiración en la lectura) para imaginárselas y seguir diciendo que “vistas desde Aregume son el paisaje más grandioso y conmovedor que he visto. Me hacen sentir la grandiosidad de la naturaleza, frente a ellas me siento tan pequeño que aún no he podido escribir un cuento”, describe.

Un Daute cultural

En cuanto a esta comarca, el silense piensa que es una gran potencia. “No se conoce y debemos luchar por hacer que nuestro patrimonio tanto material como inmaterial sea más visible”, afirma. “Hay barrios, lugares, costumbres que debemos rescatar y dejar constancia de ellas. Me apena ver que en algunos casos los festejos populares se convierten en patrones repetidos de empresas de ocio y se pierde la esencia de la fiesta popular”, añade y concluye con una frase lapidaria, una moraleja traducida a su sentido más literal: “creo que modernidad y tradición son plenamente compatibles”.

Su labor como docente en la Universidad de La Laguna se escapa. Es ampliamente conocido por “el cuento de Los Silos”, coloquialmente llamado. En cuanto a la programación, un trabajo continuo de muchos meses, el director hace una división: la proyección didáctica, donde los escolares vienen a aprender y divertirse a través del cuento; y la cultural, en la que se propone que las familias vean un espectáculo juntos. “Creo y defiendo que la lectura debe potenciarse en el hogar y en la sociedad, no es un asunto solo de la escuela. Si el niño o la niña comprueban que el adulto se divierte y se emociona a su lado, el camino a despertar el amor a los libros está abierto. Por otra parte, además de la atracción por el mundo de los libros se propicia el diálogo, el debate, el pensamiento”, argumenta el silense.

Creo y defiendo que la lectura debe potenciarse en el hogar y en la sociedad

Precisamente son las visitas escolares las que se consideran como la parte de trabajo más dura del festival. “Recibimos a cuatrocientos sesenta niños o jóvenes al día. Los Silos no tiene infraestructuras suficientes para albergar espectáculos y talleres por lo que tenemos que desarrollar ideas innovadoras y dar rienda suelta a la creatividad para suplir lo que puede ser negativo convirtiéndolo en positivo”, confiesa.

Un cuento suele dejar satisfecho al lector con un final feliz. El cuento que se contará estos días en Los Silos tiene mucho de esto: “siempre sentiré una gran satisfacción cuando podemos llegar a los más necesitados. El arte no es un lujo, ni un adorno social. Arte es una necesidad”, comenta refiriéndose al trabajo realizado con los internos de la prisión de Tenerife II que este año vuelven a narrar en el certamen silense. “Ha sido un reto en mi profesión. No había trabajado con personas de características tan diversas y de procedencias socioculturales tan diferentes. Lo que empezó siendo una experiencia se ha convertido en un compromiso social”, define esta parte del cuento silense.

Sería muy recurrente acabar esta entrevista como un cuento. No se ha acabado en realidad. No ha hecho más que empezar. “Mis proyectos inmediatos son escribir. Nada más empezar enero estaré trabajando en dos nuevas novelas: una relacionada con nuestra comarca, llena de reminiscencias históricas; la otra, con La Palma y las fábricas de tabaco”, declara Rodríguez Abad. Pero hay mucho más cuento abierto a la imaginación: “en lo que se refiere al festival y el cuento, espero que 2017 me permita crear la segunda parte de este proyecto: la Casa Museo del Cuento”. Es una parte del cuento muy apetecible. Se seguirá escribiendo en Los Silos del 5 al 10 de diciembre y por muchos años más.

Los Silos es, a pesar de su labor docente en La Laguna, el lugar que le ha catapultado al panorama cultural tinerfeño. Es destacable su labor como literato en diversas parcelas con unas cincuenta publicaciones a sus espaldas. Al preguntarle por el apoyo del consistorio silense asegura que «he recibido apoyo, aunque no todo lo deseable, en mis proyectos públicos». Otro evento que caracteriza a la villa y con un crecimiento potente en los últimos años es el Festival Boreal. Ernesto Rodríguez Abad asegura que «no he competido nunca con nadie, ni me gustan las comparaciones. Hago mi trabajo, lucho por una propuesta y por una manera de ver la vida. En este mundo no hay nada incompatible, salvo cuando te encuentras con posturas de intolerancia o con intransigencias».

Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Más de una década al servicio de la comunicación