Los lavaderos de Buenavista

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Se fueron hace tiempo, cuando llegaron las lavadoras y la mecanización de la cotidianidad. Las lavanderas llegaban con las cestas de ropa en la cabeza y la alegría en sus andares. Ya no se oyen sus risas rebotando en las aguas. Ya la algarabía de colores de telas es solo un recuerdo. Ya no se escuchan sus coplas y dichos, ya no rebotan en las piedras sus festivas chanzas, ya no se deslizan entre las hierbas secas sus bromas picantes…

Yo vide una pulga arando
Y un ratón tocando el pito
Muerto de risa un mosquito
Al ver un burro estudiando.

Las carcajadas bullangueras borbollaban entre el jabón y las piedras.

Ahora unos muchachos miran al barranco con ojos vacíos de esperanzas. Conversación tediosa, gestos cansados. Unas latas de cerveza ruedan por los caminos de piedra. El humo de los cigarrillos compite con los eucaliptos. El envoltorio de plástico juega con la brisa.

Quizá algún día un coro de lavanderas escandalosas vuelva a lavar el barranco, remanso de paz y de palabras. Vuelva a lavar la vida y nos devuelvan la belleza que cada día robamos al paisaje.