La playa de los Barqueros

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Entre las silenciosas rocas y las olas se descubre, bajo la ermita solitaria, la playa de los Barqueros. Algunas palmeras la miran con desdén, algunos cardones susurran historias al barranco.

Pequeña playa olvidada donde las mujeres iban a buscar el pescado que traían en las barcas los pescadores silenciosos. Ellas los cubrían de musgos brillantes y salados, y salían con las cesta en la cabeza a recorrer los caminos y pueblos de Daute. Pregonando la mercancía con aires de sopranos marinas.

Ya nadie recuerda a esas a mujeres desenfadadas y libres. No hay monumentos ni museos para esas mujeres que lucharon con ahínco, en un mundo difícil para las que tenían que ganarse la vida trabajando.

Si uno se queda en silencio, en los bellos atardeceres de Buenavista en la pequeña plazoleta abandonada, parece que vuelven a oírse sus voces enredadas en el viento. ¡María! ¡Aurora!

Más allá el campo de golf nos mira asombrado desde su moderna altanería inmaculada.