Las visitas escolares son una de las señas de identidad del Festival Internacional del Cuento de Los Silos. En su búsqueda por fomentar el interés por la lectura y la imaginación en niños y adolescentes, la organización ha recuperado en esta edición la presencialidad en estas actividades, además de mantener por segundo año el formato virtual para favorecer la participación del alumnado procedente de otros puntos diferentes a Tenerife.

Entre el 15 de noviembre y el 3 de diciembre asisten a las visitas escolares 5.111 alumnos de España y unos 300 de Latinoamérica. En total, 81 centros educativos de México, Costa Rica, Ecuador, Argentina, Colombia, Francia, Cuenca, Gran Canaria, Lanzarote, La Palma, La Gomera, El Hierro y Tenerife.

En los encuentros presenciales, los estudiantes recorren los enigmáticos callejones del pueblo decorados con un perenquén de ojos saltones, un pescador sonrojado o un pulpo de tentáculos inmensos; toda una serie de esculturas diseñadas por el artista Luigi Stinga. Además, después de este paseo, los alumnos disfrutan de una divertida actuación del narrador costarricense Pampa Madrigal.

Los estudiantes de cursos más avanzados se encuentran con el colombiano Pedro Mario López y, para aproximarse a la literatura de las islas, asisten a una tertulia con un escritor canario. Esta modalidad presencial está dirigida a centros de Educación Infantil, estudiantado de 1º y 2º de Primaria, de 3º y 4º de Secundaria, y de Bachillerato. 

En las visitas virtuales, la dinámica es distinta debido a las limitaciones que impone la propia tecnología. En ellas también se disfruta, de forma online, de un espectáculo de narración oral o de una entrevista con un escritor o narrador. Pero, al contrario que en los encuentros presenciales, se proyecta un vídeo en el que los alumnos podrán ver una exposición sobre literatura, ilustración y teatralización de la palabra en diferentes callejones del casco histórico de Los Silos. Esto permite que se conozca, desde la distancia, los lugares más emblemáticos y más literarios del municipio. Esta modalidad está dirigida al estudiantado de 3º hasta 6º de Primaria y de 1º y 2º de Secundaria. 

Ni las pantallas ni la irrupción de una pandemia mundial impiden que se aprenda y disfrute de los tesoros espirituales que proporciona la buena literatura. Divertirse y amar la palabra es el objetivo de esta propuesta que pretende originar nuevas vocaciones lectoras.

Una experiencia que despierta la ilusión de la comunidad educativa

Maruchi Hernández, coordinadora de las visitas escolares, y Agustín Vela, administrativo del Festival coinciden en destacar el entusiasmo con el que los estudiantes salen de la visita. «Es satisfactorio ver las caras de felicidad y cómo interactúan tanto con los escritores como con los narradores. Aunque este año, evidentemente, la cosa tenga que estar más controlada», declara Hernández.

Vela, que se muestra muy agradecido de formar parte del equipo del Festival, expresa que, «incluso, los profesores lo acogen muy bien y quedan bastante satisfechos con las actividades». No solo son los más pequeños los que se contagian de la ilusión y la magia que emana de los cuentos.

En la misma línea, Santiago Acosta, profesor y vicedirector del IES Daute-Los Silos, opina que los docentes tienden a reaccionar de forma positiva con los espectáculos y confiesa que suele sorprenderles que un evento cultural de este tipo se organice en un pueblo tan pequeño. «Creemos que participar en estas actividades es importante para el alumnado como complemento a la educación que nosotros les ofrecemos en el centro», comenta.

Los costarricenses Juan y Pampa Madrigal (padre e hijo), dos de los narradores que participan en estas visitas, consideran que «los cuentos siempre comunican algo al espectador», y destacan la importancia de no dejar de jugar e imaginar nunca. 

Ya el novelista Julio Cortázar señaló en su momento que la literatura es como un juego y gracias al jugar permanece vivo el niño curioso, libre y desvergonzado que dormita bajo la máscara de individuo adulto e insípido. «Es importante seguir jugando y asombrándose por la vida. En esa medida somos más felices. A mí siempre me gustó jugar… quizá por eso cuento cuentos», explica Juan Madrigal.