El relieve, el paisaje, la naturaleza y las tradiciones de nuestras islas atraían a los viajeros y científicos de finales del siglo XIX. Venir a Canarias tenía su encanto.

Frances Latimer, viajera inglesa, visitó las islas el 30 de abril de 1888, y gracias al espíritu navegante que caracteriza a los ingleses y el deseo de dejar constancia de los viajes y a qué sitios ir, escribió un libro, Los Ingleses en las Islas Canarias (1), donde narra su estancia por las islas. En el libro enumera y describe algunos recursos y lugares, ofreciendo información concreta.

La salud, el descanso, el clima, el ocio, recorrer una zona en grupo y contactar con los habitantes de las islas; eran nuevos valores que se descubrían y se añadían a la promoción de las Islas Canarias. Y alguno de ellos hacen referencia a la comarca de Daute.

Podemos leer comentarios de alguna compatriota que llegó a decir: «Disfrutamos montando a caballo por las agrestes montañas» —a través de un recorrido sugerido—. «Uno de los días montamos hacia la cima y bajamos a Garachico por el otro lado de la montaña, por donde baja el río de lava, y volvimos de nuevo a Icod por la línea costera», diciendo a continuación: «No es de extrañar que mi marido esté más fuerte». Puntualizando que: «En general nos encanta la isla y el clima es, sin duda, casi perfecto» (2). Llegando a decir en otro apartado de su libro que: «Solo una excursión se paralizó a causa del tiempo». La actividad, la salud, el clima se convierten en nuevos valores para el turista.

Para algún día especial, el que realiza a la comarca de Daute, forma un grupo. Un escocés recién titulado en medicina, otro turista con algún tiempo en la isla, su padre y ella, que saldrán desde el Puerto de la Cruz a visitar el noroeste de la isla.

Sobre nuestra zona escribe en su libro algunas indicaciones: «La lejanía —refiriéndose a la comarca de Daute— es un hándicap para la visita de los isleños» (3). «Garachico es una de las localidades más llamativas de toda la isla y de obligada visita tras el Teide» (4). «La inundación y catástrofe de 1645 con el arrastre de materiales tras la tormenta, y la erupción del 6 de mayo de 1705 prácticamente la destruyó» (5).

Y también nos describe los cambios que se van produciendo en nuestras localidades. «El tiempo fue borrando el recuerdo de aquellos horrores y, poco a poco, algunas familias regresaron al viejo lugar, comenzaron a reconstruir y a instalarse otra vez allí». «De ahí que se levantara cerca de la orilla otra ciudad» (6). Resaltando además que: «Sin embargo, a pesar de la belleza del mar y de la tierra, no cabe duda del tremendo esfuerzo que se ha realizado. La mano del hombre queda patente por todas partes» (7).

Se fija en los paisajes dibujándolos, recreándolos con sus palabras: «Las vistas son cada vez más encantadoras, especialmente la costa, que es una sucesión de tentadoras playas, cuevas y calas» (8). Y posteriormente nos acercamos a la bonita plaza de sicómoros, en busca del jardín de coles de dos metros» (9).

Podemos encontrar el interés que tiene por algunos productos. Buscó un jardín de coles, del que le habían hablado, en el municipio de Garachico. «No son grandes —refiriéndose a las coles—, los troncos son firmes, las cabezas proporcionadas; y nos comentan que son dulces y tiernas, y que la delicadeza de su sabor aumenta con el tiempo» (10). Los plátanos también fueron de su interés en los comentarios en el libro, ya esta fruta forma parte del desarrollo de nuestra zona, ella sabía que desde esta comarca de Daute eran exportados hacia Gran Bretaña: «Solamente Garachico exporta 5000 libras al mes, o 60.000 al año hacia el puerto de Liverpool» (11).

Resalta la cortesía y la acogida del canario: «…y termina por llevarnos a su casa, allí nos instala en un pintoresco balcón antiguo cubierto y acristalado; y nos hace descansar mientras nos sirve un delicioso malvasía». «Balcón que rodea todo el lateral de la casa que da al antiguo muelle; una bahía al oeste de la ciudad; y a la derecha se encuentra el antiguo fuerte de San Telmo…» (12).

Quedó encantada de la visita, reseñando en el libro: «Reacios a dejar esta ciudad que despierta emociones tan contradictorias de empatía con el pasado y placer por el presente, deseamos prolongar nuestra estancia en Garachico» (13).

Estos valores añadidos que los viajeros han resaltado en sus vistas, hoy en día podemos decir con orgullo que se renuevan y se diversifican. A finales del siglo XX e inicios de siglo XXI, aparecen valores que siguen realzando aun más la comarca de Daute. Surgen vecinos emprendedores y entusiastas que crean y estimulan proyectos, empresas y actividades como el Festival Internacional del Cuento, el Festival de Cine Ecológico y del Medio Ambiente, el Boreal; empresas de turismo activo, al igual que espacios culturales, gastronómicos y hoteleros, de carácter públicos y privados relacionadas directa o indirectamente con el turismo. Nuestra zona se ha convertido en un referente turístico y con sus peculiaridades diferenciadoras. Relieve, paisaje, clima, agricultura y cultura ya son valores de nuestro entorno.

Y se acerca diciembre y antes de que finalice 2020 quisiera recordar al escritor Miguel Delibes, un gran observador del entorno, que durante este año se está conmemorando el centenario de su nacimiento; y algunas pinceladas, descripciones y comentarios sobre nuestra isla se recogen en uno de sus libros, pero esto lo dejaremos para el relato del próximo mes…

  • (1) FRANCES LATIMIER, O. M. 2005. Los ingleses en las Islas Canarias. Ed. Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria.
  • (2) Ibídem (pág. 362). (3) (4) (5) Ibídem (pág. 309). (6) Ibídem (pág. 310). (7) Ibídem (pág. 327). (8) (9) Ibídem (pág. 323, 324). (10) (11) (12) Ibídem (pág. 326). (13) Ibídem (pág. 327