Hace más de cuarenta años, en un programa televisivo dirigido por Narciso Ibáñez Serrador, un afamado cocinero segoviano dijo: «el mejor plato de cuchara que he comido es el potaje de berros; y este, lo probé en las Islas Canarias». Un siglo antes, en otro lugar de Canarias, en Garachico, René Verneau tuvo la posibilidad de probar un potaje de berros.

Algunos viajeros venían a Canarias a desarrollar un proyecto científico. René Verneau (1852-1938) nos visitó en varios períodos. En una de esas ocasiones, entre 1884 y 1888, estuvo por la comarca de Daute.

La recogida de materiales, las descripciones realizadas sobre hechos y situaciones —algunas algo despiadadas—, junto con el estudio de las poblaciones, la organización social y la alimentación fueron las actividades y epígrafes para desarrollar su trabajo. Tuvo una actitud crítica ante la indiferencia de la Administración central con esta tierra y una minuciosa observación en los trabajos que realizó. Todo esto se reflejó en su libro: Cinco años de estancia en las Islas Canarias, en uno de los viajes que realizó por nuestras islas

La descripción del paisaje es una carta de presentación de estos viajeros. Con seguridad traen informaciones previas de muchos de los pueblos y zonas que van a visitar. La ratificación, el asombro y los detalles de sus descripciones nos permiten percibir cómo ven esos lugares.

René Verneau, cuando inicia el recorrido por la comarca de Daute, hace una descripción de esa zona: «Apenas dejamos Icod, nos internamos en un nuevo desierto. La lava lo ha cubierto todo». Además, añade al encontrarse próximo al pueblo. «En Garachico la misma desolación. El norte del pueblo hace contraste en medio de este país quemado. Allá al pie de enormes montañas basálticas, cortadas verticalmente, y por donde desciende una gran cantidad de agua, se ven algunos terrenos cultivados. Un barranco profundo, de poca extensión, contiene plantas muy variadas» (1). «Enfrente, en el mar, se eleva un roque enorme dominado por una cruz; es el Roque de Garachico» (2). «Hace unos días, iniciando la bajada hacia El Guincho, percibí cómo el casco de Garachico se escondía hacia el oeste, y lo que observé era ese paisaje volcánico» (3).

René Verneau llegó un Viernes Santo. El azar le llevó a que fuera acogido por el cura del pueblo. Le sorprendió el carácter progresista del presbítero y la variada prensa, colgada de manera ordenada en unos ganchos, que encontró a la entrada de la casa. La primera, de tipo religioso; el resto, progresista. El presbítero, de origen humilde, promocionaba y ejercitaba la honestidad, ofreciendo hospitalidad y comida al que lo necesitara o demandara. A este viajero también ofreció mesa y mantel y almorzó en su casa, aquí probó el potaje de berros.

Describe al cura con toques intencionados, como queriendo diferenciarlo de otros que él había conocido: «Nos recibió con los brazos abiertos». «El mismo nos preparó una habitación». «Me enseñó una colección de periódicos». «Su casa abierta para todo el mundo».

Siguiendo hasta la Punta de Teno, entresacamos el siguiente texto: «A medio camino se encuentra la aldea de Los Silos. Buenavista, la localidad más occidental de la isla, está construida sobre una tierra llana, a 250 metros sobre el nivel del mar. Goza de una admirable vista al mar, y se distinguen netamente las montañas meridionales de La Palma. Este municipio tiene una iglesia, aislada en medio de una plaza, un convento de franciscanos y ocho ermitas. En el patio de la iglesia se encuentra un osario”. (3)

En Buenavista recoge muestras de cráneos. Una parte de sus investigaciones le llevará a realizar un trabajo antropológico exhaustivo en nuestras islas. El posible origen de la población de las islas le persuadía. Aquí se aloja en la casa del alcalde, era el medianero de un hombre joven de Garachico. Este dirigente mostraba deseo de aprender y no le faltaban ganas para instruirse; vestía a modo europeo. En su fajín tenía un hermoso cuchillo con un espléndido trabajo en su empuñadura; preguntaba sobre el porqué, la necesidad y el uso de esos cráneos que recopilaba René Verneau. En esta comarca, por lo poco que deja traslucir en el libro, recopiló materiales e información.

Otros viajeros recogieron datos con una finalidad turística, comercial y de ocio. Alfred Samler Brown realizó este tipo de trabajo al final del siglo XIX escribiendo una guía turística de las Islas Canarias. La periodicidad del transporte entre pueblos y el precio de las habitaciones para hospedarse son algunas de las referencias que se recogen en ese libro. Algunos de esos datos ya los leeremos para finales de agosto, cuando ya sentiremos las mareas de la Luz en cualquiera de los charcos y playas de la comarca de Daute.

  1. René Verneau, O. M. 1981. 5º edición 1986. Cinco años de estancia en las Islas Canarias. Ed. J.A.D.L. (pág. 221-222).
  2. Ibidem (pág. 223)
  3. Ibidem (pág. 223);.