A finales de la década de los setenta, el encuentro de un barco de pesca con sus capturas y sin tripulantes o el hundimiento de uno de ellos eran noticias de primera página en la prensa de nuestras islas.

El escritor Manuel Vázquez Montalbán, recogiendo esa situación en uno de sus relatos, hace desaparecer un barco pesquero canario, con nombre muy parecido a los que se mencionaban en la prensa regional, y envía al detective Pepe Carvalho a las Islas Canarias. El paisaje insular, la investigación y la gastronomía se fusionan y aparece el municipio de Los Silos y algún que otro camino que llega a la costa de la comarca.

En el relato El Barco fantasma, podemos leer: «Mira en todas las direcciones, va hacia un coche, lo arranca y sale del aeropuerto. El coche de Carvalho le sigue. Amanece cuando los dos coches llegan a su destino. Un rótulo de carretera ha situado a Carvalho en el noroeste de la isla al pasar junto al pueblo de Los Silos» (1).

Un lugar de la zona aparece en el relato; se describe, pero nos es difícil situar por la semejanza con varios parajes de la comarca y de alguna parte de la costa norte de Tenerife. Mientras leemos el texto, en nuestra memoria afloran algunos lugares. Una de las veredas que salen del camino de La Coronela en El Guincho que nos dirige a la costa; el camino que nos lleva a la Tierra del Trigo e incluso el callejón que nos lleva a las fincas donde hoy se sitúa el campo de golf. Recogemos varios párrafos. «El hombre toma por un camino de tierra y se mete en un coto privado. Al final del camino una rotunda mansión típica canaria dispuesta sobre un acantilado. Carvalho oye una conversación donde al hombre tratan de convencerle. Sin acuerdo se va. Le siguen dos hombres en un jeep. El detective sigue en su lugar de vigía. Oye el ladrido de un perro, además del motor de varios tractores que trabajan en los bancales que oculta la casa. Oye ahora un poderoso estampido hacia el oeste, hacia donde la montaña se desploma hacia el mar. Abandona su sitio para aumentar la perspectiva” (2).

En los entresijos de la investigación, el detective Carvalho desea probar alguna de nuestras especialidades gastronómicas. La investigación le lleva a recorrer distintos municipios de nuestra isla, además del nuestro. En esas visitas busca información de lugares donde pudiera probar platos tan típicos como las carajacas y los tollos en mojo de cilantro. Incluso intentó localizar algún plato de tradición cubana o venezolana, el cerdo brujo, sobre el cual tenía alguna referencia; probablemente se trataría del cerdo enterrado.

Enumera en boca de un canario un listado de productos del mar como la sarda (3), la sama, la vieja o pico loro, el bonito, la albacora y el peto, aunque su interlocutor llega a decirle que se han perdido muchos platos tradicionales. Mientras comía en un restaurante, uno de los camareros le comentó que muchos de los quesos y vinos que le pedía los tenía en la memoria, pero no se encontraban en las existencias de su local.

Degusta las papas arrugadas y el mojo; incluso le preguntan al detective la opinión sobre el sancocho, a lo que contesta: primitivo, pero excelente. En alguna parte del texto, probablemente enfadado, le da rabia que en algunos lugares de nuestras islas no se valore su gastronomía, y llega a decir que un pueblo que no bebe su vino ni come su queso tiene un gran problema de identidad.

A pesar de algún informe discordante que había realizado Carvalho para la cofradía, se cerró el caso dando a lo sucedido la consideración de misterio.

Manuel Vázquez Montalbán fue un buen conocedor de la gastronomía en general y en este relato parece que la de Canarias le llegó a interesar bastante. Incluso se atrevió con una receta mestiza y fronteriza entre Canarias y Cataluña: un suquet, plato típico catalán, pero con pescado canario, la vieja.

Entre la enumeración de platos que realiza, el potaje de berros no se encuentra, y no sabemos si lo probó. Quien sí lo degustó fue René Verneau en Garachico en 1885, pero la historia vivida por este viajero, investigador en esa época, la dejaremos para el próximo relato.

  1. Manuel Vázquez Montalbán, O. M. 1987. Historias de fantasmas. Ed. Planeta (pág. 102).
  2. Ibidem, (pág. 102-103).
  3. Nombre vernáculo que se asocia al tiburón blanco, raro en Canarias, jaquetas grandes, y a algún tiburón de fondo.