Con ojos de viajeros, escritores…: Olivia M. Stone

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Garachico a comienzos del siglo XX / Archivo de fotografías antiguas de Canarias

Durante su estancia en las Islas Canarias, Olivia M. Stone escribió un libro, Tenerife y sus seis satélites, una guía que data del siglo XIX, pero aún hoy son muy reconocibles los lugares que visitó. Estuvo en Canarias en 1883.

Tomaba nota día a día de lo que observaba, sucedía y le llamaba la atención. Por la zona de Daute estuvo un 11 de septiembre de aquel año. El tiempo que transcurrió entre la visita y la escritura del libro le permitió descubrir matices para entender mejor nuestro contexto: “… todo lo que he escrito, ya sobre sus virtudes o defectos, siempre lo he hecho inspirada en mi aprecio por los habitantes y mi amor por su feliz patria, las Islas Afortunadas». (1)

Generosidad, observación, conocimiento y descripción de la zona se destila en su libro, mientras recorre nuestra zona de Daute.

Cuando se acercaba a Garachico, desde Icod, escribe: «…hombres con cestas cargadas de uva blanca, camino al lagar, y nos dan algunas», afirmando en el texto que es la zona más privilegiada de la isla en cuanto a la elaboración de vinos. «Entramos a Garachico por la plaza, lugar de encuentro de todo extraño, que está situada en el centro del pueblo» (2).

Era un día muy caluroso. El calor la abrasaba. En la esquina, una fuente. Con árboles plantados muy próximos, que ofrecían una gran sombra a la plaza. Las casas con curiosos balcones de madera lisa o tallada. La bahía situada en el lado occidental. Son frases entresacadas del día que estuvo recorriendo el pueblo.

Un calor que se hace más persistente al mediodía. Un dolor de cabeza que le aparece. La necesidad de descansar. Esta situación le permitió, y así lo describe en el libro, que surja la generosidad de un vecino del pueblo. «Nos condujo a su casa, situada en una esquina de la plaza». «Eran personas alegres y amables… Y tenían un hogar pequeño y muy ordenado”; «…me dieron una bebida cítrica deliciosa y refrescante, a base de limones frescos …». «Tan efectivos fueron los remedios, que en una hora me había recuperado y mi dolor de cabeza había desaparecido»; «….y me respondió que solamente era farmaceútico»«Enormemente agradecidos, abandonamos a nuestro buen samaritano». (2)

Salieron en dirección a Santiago del Teide, entre las corrientes de lava petrificada por un lado y las olas rompiendo con fuerza por otro. Por la zona del Tanque Bajo nos describe: «Debajo de nosotros se extiende el fértil valle o llano de La Caleta, que llega hasta Buenavista. Alejándonos y dejando detrás de nosotros el mar y la costa…». (4)

Cuando leí este libro, seguía trabajando en Los Silos y siempre tuve curiosidad por la casa de la esquina de la plaza de Garachico; el nombre del buen samaritano que nombra; y que ella deja en blanco, no lo recordaría; y las tareas de los farmacéuticos…

Terminaron ese día acampados por Santiago del Teide. Antes pararon en El Tanque, en una venta. Huevos duros y, a veces, sardinas; vino y queso, siempre; muy rara vez leche, carne nunca, en su lugar pescado y frutos secos. Y el pan, que se halla en todas partes, manifiesta que es excelente. Esos son los productos que ella encontró hasta ese momento del viaje. Todavía le quedaban muchos pueblos e islas por ver.

Otros viajeros y escritores han plasmado en sus obras nuestra comarca, como José Luis Sampedro, que saboreó en un restaurante los productos del mar, pero eso lo dejamos para otro momento.

  • (1) STONE, O. M. 1.995. Tenerife y sus seis satélites. Ed. Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria (pág. 12)
  • (2)(3) Ibidem (pág. 112_115)
    • (4) Ibidem (pág. 116) Ediciones del Cabildo de Gran Canaria