La fuente de los Loros

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Cumbre arriba. Ascender hacia el lugar donde las nubes besan las hojas de los árboles y lloran. Sobrepasando Erjos y sus charcas de aguas sombrías, mirando hacia Bolico. La sed apremiaba los pasos. La vegetación se iba espesando. Los verdes entretejían un encaje de hojas y ramas tiernas. Unos loros gigantescos sombreaban el camino. La vegetación se oscurecía de colores intensos.

El manantial surgía fresco y claro. Como si fuera descrito en el verso de un poema renacentista, mas era una fuente real. Los musgos frescos la rodeaban. Un remanso de silencio y paz sumergía al viajero en una sensación de calma. Las manos recogían el agua como cuencos improvisados y los labios la sorbían con ruidos de líquidos desbocados.

Tuberías galvanizadas atraparon la fuente natural hace años. Abastecimiento de la casa de los tomillos. Más tarde volvieron a dejarla brotar libre…

Cuántos cambios y avatares en una simple y pura fuentecilla. Los seres humanos haciendo y deshaciendo la obra que la naturaleza cincela poco a poco, con paciencia de siglos.

Cuando pienso en estas cosas me pregunto si sería posible vivir sin domar las aguas y los bosques y los vientos…

Mas el caminar humano devasta, deteriora, ultraja… Los bosques, las aguas, los barrancos son testigos de ese paso de atilas bárbaros,…

El agua es vida, es creación, es una ondina que sabe enamorar a quien la trata con respeto.