Mar de leva en Garachico: así lo vivieron en la avenida

DAUTE DIGITAL recoge el testimonio de algunos vecinos que presenciaron la furia del mar el pasado lunes

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El hilo conductor de este reportaje es “la ola más grande de la noche”. Un título que bien podría servir para un largometraje documental sobre el mar de leva en Garachico del pasado lunes 24. Se pudo sentir, ver, oír y oler en varios puntos del casco. Pero sin duda los vecinos de la avenida marítima fueron testigos de excepción. DAUTE DIGITAL recoge algunos de los testimonios.

José Andrés Lemus grabó con su móvil quizás los vídeos más impresionantes de la jornada. “Fui de novelero al piso que mi cuñada tiene en la avenida marítima”, reconoce con una sonrisa. Desde allí pudo ver cómo “un brazo de mar como un rodillo iba corriendo hacia el castillo y el muelle viejo”. Captó las olas impactando frente al muro de la heladería Frágola, justo debajo de la vivienda. Su propietario, José Luis Dorta, fue previsor y tapió las puertas y ventanas del local para evitar que el mar hiciera destrozos dentro. “Aquello era prácticamente metro y medio de mar en la avenida”, recuerda Dorta. Permaneció en el mismo edificio que José Andrés y desde allí contempló la furia marina desde las 8 y media de la noche hasta pasada la 1 de la madrugada, consciente de que el peor momento llegaría con la pleamar a las 10 y media de la noche. “Cada vez que pasa esto no puedo dormir”, comenta.

Fue en esas horas cuando José Andrés Lemus intentó grabar la ola más terrible de la jornada. “Estaba grabando hacia el mar y de repente surgió de la oscuridad, parecía un león que venía a comerte”. De hecho, no pudo acabar el vídeo del susto.

Lemus trabaja en la escuela comarcal de música, entre el castillo de San Miguel y el conocido bar Sioux, una zona muy próxima a la costa que, sin embargo, nunca se ha visto afectada por el mar de leva, salvo un año en el que entró algo de agua en la planta baja. Desde allí sí pudo ver el pasado lunes uno de los momentos más críticos y comentados de la jornada. Fue por la mañana, cuando la primera ola saltó a la avenida. El vídeo circuló rápidamente por Facebook: un coche de Protección Civil se ve sorprendido y acelera rápidamente en dirección contraria hacia el castillo, frenando justo a tiempo para no colisionar con un turismo que se dirigía frente a él. La avenida aún no había sido cortada al tráfico. “Me asomé a la calle y vi el frenazo”, relata.

José Andrés no culpa a los voluntarios de Protección Civil, pero opina que la avenida se tenía que haber cerrado antes viendo el estado del mar. No obstante, también responsabiliza a los conductores, que “siguieron pasando viendo cómo estaba la situación”. “Si en vez de saltar a la vía solo esa ola, lo hacen tres seguidas en ese momento, hubiese pasado una desgracia”, recalca. Lemus cree que Garachico debe contar ya con un dispositivo para estos casos, algo que días después del oleaje anunció el alcalde en las redes sociales. A pesar de todo, y recurriendo al lema del municipio, sonríe al recordar que Garachico es “glorioso en su adversidad”.

«Contra la naturaleza no se puede hacer nada sino disfrutarla»

Otro vecino del casco también se mostró muy crítico con el dispositivo de seguridad. Presenció en primera persona cómo un voluntario de Protección Civil acompañaba a un residente a uno de los edificios de la avenida, poniendo en riesgo la vida de ambos. De hecho, una de las olas que saltó a la calzada les sorprendió y pudieron salvar su vida “de milagro”.

Este testigo también pide ya un plan de seguridad y tomar medidas de prevención. “No se puede dejar mobiliario urbano en la avenida porque actúa como proyectil contra los edificios.” También pudo ver in situ cómo varias personas se sacaban fotos en la misma avenida, ya cortada al tráfico. Recuerda cómo tuvo que avisar para cortar el alumbrado, que seguía conectado por la noche, lo que ocasionó el cortocircuito de algunas farolas. “Hay cosas que no se entienden. No quiero ser crítico, pero hasta que no ocurra una desgracia…”. Para este vecino, el Ayuntamiento debe controlar el operativo para estos casos.

No obstante, hay otros testigos que ven el mar de leva desde la perspectiva de la adrenalina más que de la preocupación. Julio Rodríguez Miranda, residente en el edificio Tomé Cano, asegura haber estado nervioso al principio pero después “solté mucha adrenalina”. “Desde por la tarde, cuando empezó a vaciar, ya se veía venir lo que pasaría por la noche porque todas las olas que llegaban entraban a la avenida”, recuerda.

Otra de las imágenes que este vecino guarda en su retina es el choque de una de las olas en la piscina que hacía que la masa de agua le llegara a la altura de sus ojos: Julio vive en un segundo piso. “Ahí tuve la impresión de que entraban a mi piso pero no, porque rebotaban antes en varios obstáculos”, escenifica. Rodríguez considera que su piso en la avenida es un “sitio espectacular para ver el mar. Me gustó la experiencia. Lo único negativo es el daño material que hace. Contra la naturaleza no se puede hacer nada sino disfrutarla”, concluye.

Muchos fueron los testigos de una de las noches más tensas de los últimos años en Garachico. Vivirla en familia parece ser lo más indicado para calmar los nervios. Así lo hicieron los miembros de la familia Reñasco González. Jerónimo padre, Jerónimo hijo y Ana sintieron desde diferentes puntos lo acaecido esa noche. Ana dice que “si llego a saber que el mar está así no me hubiera quedado aquí”. Jerónimo padre, más sosegado, dice que “se pasan momentos de tensión y de incertidumbre. Llegamos a pensar que el agua entraría”.

Y el contrapunto lo pone el más joven de la familia: Jerónimo hijo, Jero. Entró sobre las 10 de la noche al domicilio auxiliado por la Policía Local. Algo que considera que “fue arriesgado. Llegué a plantearme no entrar pero pude gracias a los agentes de la Policía Local”. Vivió momentos de tensión pero comparte la sensación de adrenalina con su vecino Julio Rodríguez Miranda, aunque más de cerca ya que él vive en un primer piso. “Creo que la altura de agua en la avenida pudo haber alcanzado los dos metros en un momento determinado. Es impresionante, si no lo vives no sabes de verdad la sensación que te provoca. Era como si la playa estuviera justo en mi casa”, cuenta.

Reñasco: reportero gráfico en primera línea de mar

Además de ser uno de los testigos del mar de leva, Jerónimo Reñasco se convirtió en el reportero gráfico más importante del pasado lunes 24. El que su hijo resida en el edificio Tomé Cano le dio la posibilidad de fotografiar algunos de los momentos más impresionantes de la jornada. Aplicando sus conocimientos en fotografía dejó estampas propias de un reportero de alguna revista de naturaleza. Cedió todas sus imágenes a este medio de comunicación de manera desinteresada e incluso se pudieron ver en otros portales y periódicos provinciales.

El primer piso más a la derecha mirando hacia el mar del edificio Tomé Cano se convirtió en una auténtica trinchera para Jerónimo Reñasco. Como si fuera un reportero de la agencia Magnum en la II Guerra Mundial, Reñasco vigilaba el vaivén de las olas para poder captar cómo entraban a la avenida marítima. Ya por la noche se le hizo más complicado dejar constancia del mar ya que no había luz y el salitre empañaba todo el ambiente. No obstante, con las primeras luces del día enviaba una imagen que dejaba constancia de lo acontecido y dejó patente que un fotógrafo en primera línea es necesario para ilustrar los testimonios de su propia familia, José Luis, Julio y José Andrés.

Protocolo necesario

Con respecto a la seguridad, varios vecinos han cuestionado el desarrollo y la gestión en este temporal marítimo. El alcalde de Garachico se ha reunido con las entidades supramunicipales competentes en este asunto. Tal y como publicaba DAUTE DIGITAL, se ha propuesto un protocolo exclusivo para este tipo de acontecimientos en la villa. Aún se desconoce la fecha en la que este protocolo se redactará para ejecutarlo en los próximos temporales marítimos.